viernes, 23 de septiembre de 2016

Los Días Contados ... por Manuel Alcántara

Corre prisa para llevarse bien los unos con los otros y con los de más allá. 
Los que se declaran antisistema desean sistemáticamente cambiarlo por otro, no abolirlo. Por eso los lobos solitarios se juntan a veces: para morder mejor o para participar en la mordida. No deja de ser curioso que tanto el PP como el PSOE, que no se podían ni ver, se reúnan varias veces por semana para echarse en cara sus mutuas estrategias. Se confirma ese adagio político que asegura que el enemigo de quien es el principal enemigo, se convierte en el mejor amigo.
Urgen los pactos, que después ya habrá tiempo sobrado para aplazarlos o para traicionarlos. De lo dicho no me acuerdo. ¿Cómo se van a acordar después de tantos mítines, de tantas promesas diseminadas en declaraciones trascendentales que sólo duran lo que se tarda en pasar la página del periódico donde aparecieron o en un abrir y cerrar los ojos ante la televisión, que no es cierto que nos aburra siempre, gracias al fútbol, pero que se esmera en hacerlo cuando convoca a la gente que todos procuramos evitar en la calle?

Los días que nos esperan, que mal contados son 70, van a ser terribles porque esta vez las vísperas no son más divertidas que la fiesta, como suelen ser. Por eso se ha dicho que el mejor momento del amor es el de subir las escaleras y, también por eso, los perros mueven el rabo cuando esperan que se les eche comida y no cuando comen. 
Dijo mi admirado Pablo Neruda, que me mandaba postales desde Valparaiso, muchos años después de bebernos unas botellas de «inteligente vino», que lo que tanto se ha aguardado no debiera llegar nunca. Es muy discutible esa opinión, como tantas de las que tuvo en su vida y las que sigue mereciendo después de su misteriosa muerte. Lo que no es discutible es que fue un poeta grandioso que supo contar los días y llenar sus horas revelando el universo. ¿Qué diría ahora, él, que llevaba a España en el corazón? Cuatro partidos se disputan el centro, pero no hay ni tanto centro ni tanto corazón.
MANUEL ALCANTARA
 NOTA : Este artículo lo escribia Alcantara hace hoy exactamente un año.

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