viernes, 30 de marzo de 2018

El último selfie ... por Txema Martín


Hay mucha gente que prefiere registrar la experiencia antes que vivirlaLas entradas a los conciertos no suelen ser precisamente baratas pero eso no impide que haya gente, mucha gente en realidad, que se los pase grabando el concierto con la cámara de su móvil. A veces graban canciones enteras, otras han grabado todo el espectáculo, de principio a fin. Muchos artistas ya se han quejado a sus propios fans; han pasado de actuar para las personas a interpretar frente a miles de aparatos electrónicos emisores de luz. Más allá de las cuestiones relacionadas con los derechos de autor o la exclusividad, comprenderán que así es muy complicado alcanzar el éxtasis. Pero los fans en el fondo no les hacen mucho caso a sus propios ídolos porque hay algo enfermizo, mezcla de voracidad, de chantaje y de violencia en la relación entre los ídolos y sus admiradores. Hay mucha gente que prefiere registrar la experiencia antes que vivirla, como si ese registro fuera más allá de la mera certificación para transformarse en la verdadera experiencia en sí, que es contárselo a los demás.


Hay gente que hace fotos todo el rato y que está en una permanente necesidad de comunicar, de crear y de expresarse que resulta muy incómoda para el resto de la humanidad. Desde que un iluminado popularizó aquella patraña de que todos somos artistas y la tecnología nos sirvió una cámara de fotos portátil, la convicción respecto al propio talento visual se ha generalizado, y como consecuencia nos hemos vuelto productores de una cantidad insoportable de imágenes de todo tipo de actos ya sean deportivos, culturales, cofrades, museísticos, gastronómicos e incluso sexuales. Cualquier cosa merece hoy la inmortalidad del selfie, entendido no ya como mera 'autofoto' sino por cualquier instantánea recogida con el móvil, un término cuya primicia venía reivindicada por Paris Hilton y Britney Spears, falsas inventoras de un 'selfie' cuyos orígenes deben ir mucho más allá de sus imperios.





Del mismo modo en el que hay constancia de que el primer 'top-less' documentado lo protagonizó Gala en Torremolinos en el verano de 1930, ahora se sabe que el 'selfie' es tan antiguo como la invención de la fotografía y que por eso, en un impulso muy nuestro de retratarnos, los primeros que aparecieron en las grabaciones en cine eran a menudo sus propios inventores. El primer 'selfie' grupal es de 1920. La ola de egocentrismo digital también tiene efectos trágicos: cada año muere en el mundo un montón de gente por haberse hecho un 'selfie'. Más que por culpa de los tiburones o que los atropellados por un Tesla. En España cayeron cuatro. En la India, la tasa de muertes por 'selfies' es preocupante y están tomando medidas. En nuestro país es imposible que alguna institución nos invite a la calma. Ya da igual si es por una virgen o por Lana del Rey. Entre las miles de personas que se aglomeran se contempla un número parecido de teléfonos volando a la intemperie en una marea de luces de modernidad.

Txema Martín
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