domingo, 30 de diciembre de 2018

Tebeo ...por Antonio Soler



El año embarranca definitiva y silenciosamente en la arena última de diciembre. Recuerda uno aquellos monigotes de los tebeos, el año saliente achacoso y pisándose la barba blanca, y el entrante con pañales y chupete. En algunos rincones del planeta a ese año a punto de nacer el chupete le saldría disparado de la boca por el espanto al que se refería Antonio Machado. Cualquiera de aquellas dos Españas dispuesta a helar el corazón del recién nacido. Volcanes, guerras, migraciones obligadas por hambrunas, muros, alambradas con concertinas, ahogados incesantes en este Mediterráneo que un día fue símbolo de la civilización y ahora es un lamentable cementerio marino.

Pasado mañana el año hoy nonato abrirá los ojos en España con el corazón algo más caldeado que el del niño machadiano. Realmente las dos Españas nunca fueron tales, siempre hubo una tercera, la que representaron Azaña, Prieto, Martínez Barrio y tantos otros y que así fue bautizada por uno de sus componentes, Salvador de Madariaga, y avalada por historiadores del prestigio de Paul Preston. A la tercera España se la comieron las otras dos. Las que tenían hambre atrasada o sed de sangre. Algunos, ahora, se empeñan en resucitar aquella dicotomía. Usan lenguaje guerracivilista con la frivolidad del niñato aventurero que sabe que al caer la noche volverá a su confortable casa. Traición, fascismo, presos políticos, reconquista, son términos al uso, golpes de pecho verbales para la arenga, para ir a la caza del que no piensa exactamente como tú. Simpleza de tebeo, capitanes truenos de salón llevados por la nostalgia o por la inconciencia y con afán de reeditar y protagonizar unas hazañas bélicas de pacotilla.

Al niño que está a punto de nacer no se le helará el corazón. Si acaso le zumbarán los oídos y la cabeza. Si nace en Cataluña además puede caer en una repentina depresión, una melancolía profunda provocada por el girar de una noria que no deja de dar vueltas alrededor de su propio ombligo. De espaldas al mundo y a un tiempo nuevo. Más animados estarán el que nazca en Andalucía. No por el tópico de esa supuesta alegría flamencosa y congénita que padecemos los sureños ibéricos sino por la novedad de un capítulo político nuevo, o al menos semi nuevo. Si no hay descalabro ni se disparan los recelos, Andalucía tendrá un presidente de la zona oriental de la región. Málaga, eterno contrapeso de la faraónica Sevilla, puede inocular una energía diferente en el sistema circulatorio de la Junta por más que los contrapesos, las cuotas y las compensaciones territoriales, de género y de corrientes internas estén presentes. Juanma Moreno aparece como el año nuevo del tebeo, envuelto en pañales blanquiverdes y con la mirada del resto del país puesta en él, en este experimento que puede ser exportado al norte de Despeñaperros. Eso sí que hiela el corazón de algunos. De hecho, por los pasillos de Canal Sur y por los despachos de las consejerías hay más corazones parecidos a frigoríficos que a otra cosa.


Antonio Soler

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