jueves, 18 de abril de 2019

Queremos miradas críticas ... por José Lebrero


Las múltiples transformaciones que están teniendo lugar en nuestra sociedad avanzando el siglo XXI afectan, como no, a la identidad de las instituciones culturales y consecuentemente a los museos. Los cambios son severos y tiene consecuencias diversas tanto en las intenciones de origen como en las tareas convencionales de un tipo de entidad cultural que ha se ha visto obligada a mutar repetidamente en el transcurso de su historia de más de dos siglos. Nuevas formas de creatividad, rápidos procesos de globalización, concepciones alternativas de la ciudad, la consolidación de las industrias culturales o modelos formativos y modos de construir comunidad hasta ahora insólitos provocan preguntarse una vez más para qué sirven hoy los museos. El presidente de los Estados Unidos pone hoy en cuestión principios y fundamentos de la Comunidad Europea. Convulsos fenómenos migratorios buscan encajes imposibles en la veloz re-nacionalización del alma de Europa que sostiene aquello que nos conecta políticamente con lo colectivo. ¿ A quién se debe el museo? ¿A los discursos hegemónicos? ¿Al turismo in crescendo? En París o en Londres, revisados de visitantes, los grandes museos están comprando arte creado y hecho en África mientras que en China o el Medio Oriente se construyen aceleradamente numerosos museos que ya no serán como los nuestros.


En las ciudades de Europa, esos viejos lugares donde aún quedan paseos y bancos para observar paseantes, es donde pudiera parecer que tiene una oportunidad la expresión pública de reivindicaciones de igualdad y respeto como las masivas manifestaciones que hemos vivido en días pasados reclamando respeto de todos para ellas, las mujeres. También en las ciudades el amanecer y el atardecer todavía evocan tiempos eternos. Aquí operan proyectos tan necesarios como novedosos para elaborar la gramática social de una necesaria y urgente re-conciliación entre el derecho a la intimidad y el deber a la participación de lo público.


Estamos ante retos y vetos que nos bailan a diario y que vuelan en un escenario en el que la contradicción, la mentira o la falsedad se dan de golpe con la micropolítica de los gestos y hechos de generosidad y compromiso con la verdad. En nuestras casas malagueñas nos preocupa que los medios de comunicación lleguen a perder definitivamente el rumbo del compromiso con la información y con la verdad que hizo de ellos fieles servidores de unas verdades afiliadas al juicio crítico y el respeto a la diversidad de las opiniones. Queremos poder seguir fiándonos quizás no tanto de lo que dicen como de lo que piensan en voz alta los medios de comunicación como el vuestro.


En nuestros museos, que las agencias de viaje ya ofrecen como un motivo de peso para venir a esta Málaga que ahora rompe tras febrero de carnaval y marzo de reivindicación feminista su cáscara de invierno para dejar que llegue la primavera, necesitamos también a medios de comunicación que quieran contar las cosas de la cultura . Nos referimos no a contar únicamente los números: tantos más o tantos menos en unos tiempos en los que lo cuantitativo ahoga a lo cualitativo. Sino a esforzarse en relatar y explicarnos como se está construyendo este escenario de cultura visual que con el esfuerzo de muchos se ha ido articulando en Málaga y que con sus aciertos y carencias hoy hace posible saltar de Picasso a Matisse, de Balkenhol a Malevich, o de Solana a Moreno Villa. Opiniones cualificadas, miradas críticas queremos de vosotros.


Necesitamos pues cronistas de un momento nunca visto hasta ahora en el que esta ciudad ha saltado a la información del mundo por su capacidad de ofrecer cultura de museos. Los queremos no para adular lo que estos equipos profesionales están haciendo con demostrada dedicación. Nos gusta leeros cuando os ocupáis en escudriñar la realidad y ponéis la palabra de periodista al servicio de las buenas prácticas, del reconocimiento de la excelencia, pero también al servicio de la denuncia del abuso de poder, del exceso de autoridad de aquellos que portando la chaqueta del servicio público olvidan a quienes tienen que servir. Feliz aniversario tenga la palabra justa.





*José Lebrero el director del Museo Picasso de Málaga

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