jueves, 24 de octubre de 2019

Chicho Ibáñez Serrador: secuestrado por la televisión

Foto: tiojimeno

El festival Screen Tv cierra esta edición con un homenaje al creador a través de las personas que mejor le conocieron

«Mi padre fue un hombre secuestrado por la televisión. Si no hubiera existido el '1, 2, 3' hubiera sido uno de los mejores directores de cine de la historia de España». Eso es lo que opina Alejandro Ibáñez, el hijo del director y productor Chicho Ibáñez Serrador, un hombre que mientras revolucionaba la televisión en este país dejó dos películas para el legado. 'La residencia' y sobre todo 'Quién puede matar a un niño' fueron dos regalos cinematográficos en el universo audiovisual de alguien que era capaz de recitar de memoria el guión de su programa mientras tenía calculado hasta el último plano que captara a reacción de los concursantes.

Así lo definieron ayer las personas que tuvo más cerca durante su larga y prolífica carrera. El festival Screen Tv cerró ayer la edición de este año con el homenaje a una de las figuras más relevantes de la pequeña pantalla. Su hijo Alejandro –también director y productor– estuvo acompañado del actor Pepe Carabias (un habitual de los programas de Ibáñez Serrador); el guionista Carlos Muriana; y el que fuera mao derecha del realizador, José María Lozano. Los cuatro, bajo la batuta del periodista Borja Terán, coincidieron en que la profesionalidad de Ibáñez Serrador se aplicaba hasta en el más mínimo detalle, aunque ello conllevaba una exigencia tremenda.


«Los rodajes del '1, 2, 3' eran duros, pero es normal cuando hay 200 personas que dependen de ti», reconocía Muriana, que insistía en que el programa estrella de la televisión nacional supo cambiar a medida que lo hacía el país. «Al principio regalábamos el coche y la gente de iba contenta. Más adelante fue el turno del apartamento en Torrevieja, pero al final los concursantes lo que querían era el dinero», explicaba.

De esa capacidad venía parte del éxito, pero no solo de la adaptación. La actitud, la mentalidad y la capacidad visionaria del realizador eran el alma del programa. «Era una maquinaria preparada para consumir ideas», señalaba el guionista, que también destacó su capacidad para crear iconos reconocibles, como todos los personajes del '1, 2, 3'.

Lejos de añorar lo que fue la tele de entonces («me niego a decir que todo tiempo pasado fue mejor», apuntó Carabias), lo que los cuatro sí destacaron fue la ausencia de una televisión que tenga el componente educativo. «La tele tiene que entretener, pero también debe enseñar», afirmaba siempre Ibáñez Serrador por boca de su hijo.

El director murió hace unos pocos meses tras obtener el reconocimiento de toda la industria. Y con su muerte se fue la última esperanza de poder disfrutar de alguna película más, pero también de otro invento televisivo. «Ya me lo dijo justo antes de morir», contó su hijo. «Tengo una idea que va a revolucionar la televisión».

Ivan Gelibter
Diario Sur

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