martes, 24 de diciembre de 2019

El centro no se puede pisar ... por Txema Martín .



El Ayuntamiento entiende el casco histórico como una sala de fiestas

La Navidad en Málaga es como un Halloween disimulado. Leo con horror la crónica de una pelea en el centro de Málaga el sábado por la noche, lugar y tiempo que últimamente quedan mal juntos, en la que unos clientes de un bar terminan, según su versión, en una pelea con el ilustre gremio de los porteros de discoteca y uno de ellos termina «con el hueso para dentro y con la cara colgando». No hay que hacer de la anécdota una norma, pero estas cosas ilustran lo chunga que se han puesto las vísperas de festivo en nuestra ciudad. Le digo a los de fuera que vengan a visitarnos porque en Málaga se está muy bien, pero hago planes que nunca pasan por pisar el centro.

Mi gurú favorita, Teresa Porras (porque la Concejalía de Fiestas es todo un referente moral), afirmó que este espectáculo lumínico había sido diseñado para «incentivar el consumo en la época navideña», por si alguien sospechaba que la Navidad no incita lo suficiente a que gastemos dinero. El Ayuntamiento entiende el casco histórico como una sala de fiestas. Esta es, en realidad, una visión muy poligonera de la ciudad. Si lo que quieren es un espectáculo con 'efecto wow' para satisfacer de ocio gratuito a la población, bien podían haberlo hecho en el Camino de San Rafael, o en el recinto ferial que tanto se reivindica como espacio de libertad para organizar lo que se nos ocurra. Una cosa es que te guste la Navidad y otra distinta es convertir la ciudad en un bazar verbenero. Lo chulo de tener calles iluminadas no es quedarte petrificado como una polilla mirando luces que se iluminan al ritmo de Mariah Carey, y mira que me gusta; ya no concibo una Navidad sin Mariah Carey, y me parece total que a estas alturas siga siendo la gran diva de los discos navideños.


Escucho a Dani Pérez, el candidato socialista a alcalde de Málaga, que me aseguró en un cóctel que organizó este periódico (zona totalmente 'on the record') que si él llegaba al puesto al que aspira mantendría las luces tal y como están. Justificarlo «porque le gusta a la gente» me parece el paradigma del populismo. Ojo, que a mí me parece estupendo que pasen cosas en mi ciudad, y no le haría ascos a ir por la vida de fiesta en fiesta, pero no veo nada atractivo en hundir mi cuerpo en semejante aglomeración. Esquivando en la conciencia tantos problemas y tan graves que hay en Málaga, podría aceptar que gastemos un dineral en decorar esta 'smart city', pero convendría invertirlo teniendo en cuenta la aspiración de crear una ciudad paseable, incluso habitable, y no en esta Centrolandia creada desde lo público para que al final los propios comerciantes terminen dándole la espalda, mientras que los habitantes de Málaga ven el Centro como un lugar cada vez más ajeno.

Txema Martín .

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