miércoles, 18 de mayo de 2016

La Vuelta a los Orígenes de Juan Bejar

En la Noche en Blanco pudimos ver su obra en la Exposición "Memoria de los Sentimientos"
en la Sociedad Económica de Amigos del País e hicimos un montaje de fotos que puedes ver AQUI

Juan Béjar se disculpa por una nueva interrupción en la charla. A cada poco se acerca un amigo, un conocido, un admirador de su trabajo. Todos quieren saludarle, tenderle la mano, darle la bienvenida. Es una mañana de un día entre semana y las salas de exposiciones de la planta baja de la Sociedad Económica de Amigos del País son un constante ir y venir de visitantes. Una estampa poco habitual en la vetusta institución cultural, a la que regresa el artista malagueño medio siglo después.
«Es como volver a los orígenes...», concede Béjar, cuya primera exposición individual se celebró, allá por 1966, en estas mismas salas, a las que ahora regresa con ‘Memoria de los sentimientos’, una muestra que reúne su obra más reciente. Una selección de 24 cuadros que ha realizado durante los últimos años. Pinturas protagonizadas por sus inquietantes personajes infantiles donde «nada es lo que aparenta», ofrece, enigmático, el autor.

«Trato de presentar a los personajes muy estáticos, de manera hierática, y rodearlos de un ambiente que se capaz de crearles una historia a su alrededor», ofrece Béjar, cuya última exposición en Málaga fue hace más de tres décadas. «Me marché con 17 años a pintar, aunque siempre he mantenido mi ‘cuartel de invierno’ en Málaga», apostilla el autor.
Antes de aquel exilio voluntario, Juan Béjar tuvo tiempo de participar en el alumbramiento del Colectivo Palmo, el grupo que «se valoró mucho más fuera de Málaga que dentro» y que reunió a compañeros de artes y armas como Enrique Brinkmann, Jorge Lindell, Stefan o Manuel Barbadillo y que fue crucial en el tránsito hacia la modernidad de la plástica malagueña durante el último tercio del siglo pasado.
En aquel tiempo, Béjar fue elegido para ingresar en la Academia de Bellas Artes del San Telmo, si bien dimitió un año después por discrepancias en el seno de la institución. Pese a todo, nunca se ha considerado un ‘enfant terrible’, un título que no cuesta colocarle a varios de los personajes de sus cuadros.
«Nunca he buscado la polémica ni nada parecido. Mi vida es pintar y mi mundo es mi estudio. La insatisfacción es algo que va en mi persona, nunca estoy del todo conforme con un cuadro. Eso es duro, pero también ayuda a evolucionar», ofrece Béjar, rodeado de las pinturas que reúne en la Sociedad Económica de Amigos del País, en principio, hasta el día 28, ya que el propio autor adelanta los planes de prorrogar el montaje unos días más.
Tiempo para encontrarse con cuadros que Béjar presenta como «bombones envenenados», escenas de apariencia dulce que, en el fondo, después de varias miradas, dejan un regusto irónico, casi agridulce. «Me gusta pensar que en mis cuadros ofrezco una historia, al modo de un novelista, capaz de crear un mundo de fantasía», acota el pintor, cuya obra ha encontrado la complicidad de coleccionistas en Madrid, Pamplona, Ámsterdam o Berlín.
Una trampa
«Mis comienzos proceden de la pintura española. Aprendí la técnica en los museos, mirando y copiando. Soy un pintor autodidacta que siempre ha tenido muy presente la tradición española, por eso los personajes de mis cuadros pueden recordar a los bufones de siglos pasados», establece el pintor, que plantea sus cuadros como «una trampa» para el espectador.
Pero no un cepo que salta como un resorte. Juan Béjar tiende una «trampa lenta». Como la que espera a quien se coloque frente a ‘Dark lady’ (2011), la mujer vestida de negro con la mirada perdida y rodeada de muñecos y juguetes... O el niño de ‘La hora del baño’ (2015) ataviado con pajarita y bombín y metido en la bañera junto a un gato que no augura nada bueno...
Leído en Diario Sur

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