lunes, 30 de mayo de 2016

Ladrones del Pasado ... Por Manuel Alcantara

LADRONES DEL PASADO 
Los poetas populares, antes de que la inefable poesía se hubiera convertido en un lenguaje de secta, aseguraban que «el saber popular es todo el saber». Sin duda se equivocaban, pero quizá menos que los que creen que la sabiduría pertenece exclusivamente a las élites. Problemas de la llamada «memoria histórica» que también padece el mal de Alzheimer, pero en su peculiar forma de administrar los olvidos y los recuerdos. Ada Colau y sus múltiples asesores, desde los que ostentan el cargo de terceros o cuartos tenientes de alcalde de Barcelona, a los soldados sin graduación, ha solicitado retirar la Medalla de Oro al que fuera ministro de Gobernación en el gobierno de UCD entre 1976 y 1979, Rodolfo Martín Villa.
Pero no para ahí la cosa, porque el objetivo es alejarse cada vez más de la reconciliación. La CUP, lo que solicitan es retirar todas las medallas concedidas entre 1939 y 1979. Así que todos a pecho desnudo, desde mi ejemplar amigo Pepe Utrera que es una de las personas más nobles que me ha sido dado conocer en mi larga vida, hasta aquellos a quienes les tocó una condecoración en el sorteo geográfico.
Lo que se da no se quita. No hay que ofender a Santa Rita, aunque se moleste a Rita Barbera, pero no tenemos remedio. Cuando don Gregorio Marañón nos explicaba que las guerras civiles duran un siglo, nos creíamos que exageraba, pero como era un humanista, tenía motivos para desconfiar de la naturaleza humana. Los embalses de rencor siguen repletos. Lo milagroso es que no lleguen a Don Pelayo. No se trata de clausurar la Historia, sino de relevar a una gente por otra y en el largo periodo histórico revisable se concedieron 638 medallas de oro. Ahora se quieren estudiar caso por caso, lo que confirma que somos un caso clínico. «¿Qué será de todo esto?, dijo al morir y tenía una mano sobre el pecho». A la larga velada que nos espera a todos nadie debe acudir con condecoraciones, ni de plata, ni de oro, ni de cobre. No sería elegante. Ni apropiado a esas horas.

Manuel Alcántara
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