Foto:Tiojimeno |
En las dos horas largas que duró este sublime concierto la emoción te invitaba a rendirte ante unas canciones que circulaban con su prodigiosa voz, acompañadas por cuerdas (violines, violoncello, contrabajo o guitarra), algo de percusión y un arpa. El orden era idéntico al que aparece en la película, desde la preciosa nana del principio hasta el poderoso tramo final, pero en este caso esa banda sonora estuvo acompañada por canciones del repertorio de la catalana, adaptado a cuerdas. El concierto se convirtió entonces en un auténtico viaje, con el eclecticismo que ha hecho a Silvia Pérez Cruz una de las artistas más dinámicas y superdotadas del panorama artístico nacional. Con cada canción los aplausos se hacían más largos, y todas vinieron introducidas por comentarios y anécdotas respecto al proceso de adaptación a la película. Así supimos, por ejemplo, que por si fuera poca su juventud, Silvia Pérez Cruz compuso 'Ay, ay, ay' con 11 años, o que 'Cuota da lua' tiene, por exigencias derivadas del rodaje, la misma línea de bajo que 'La Lambada', una canción que por cierto tuvo un inusitado protagonismo, especialmente en el tramo final. Lo que ocurre con ella es que las canciones y sus melodías emprenden siempre un viaje por la música popular y la contemporánea, con el distintivo toque de eclecticismo de una artistas que discurre con increíble soltura por el fado, las habaneras, el flamenco, la ranchera, el tango o la música tradicional. Si la película y su banda sonora han supuesto para ella un auténtico desafío este espectáculo fue la escenificación de múltiples experimentos. Hubo primicias como la recientísima adaptación a 'canción alegre' de un durísimo poema de Ana María Moix, una versión de Lluis Llach, su estremecedora adaptación con 'Pequeño vals vienés' de Leonard Cohen y, para el tramo final, encendido con improvisaciones que quien sabía que contaba en el escenario con el talento y la técnica suficientes para hacerlo, melodías que venían de autorías tan distintas como Amy Winehouse, Beyoncé, Mercedes Sosa y hasta reguetón y María del Monte. Lo más fascinante de todo es cómo Pérez Cruz manipula para su propio universo todos esos géneros que se acomodan de forma milagrosa a su voz y te deja convencido
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