Calle Alcazabilla // 22:00 - 23:00
Concierto: Jazz in the movies Eva Jiménez Quartet. Standards de Jazz en Bandas Sonoras
Protagoniza el cuarteto de la cantante Eva Jiménez un tributo a la indisoluble relación que han mantenido el Jazz y el cine desde su nacimiento, interpretando algunos de los temas que han ido acompañando la evolución del séptimo arte a lo largo de su existencia.
El jazz y el cine son dos artes nacidas con el siglo XX, llamadas a revolucionar el sonido y la imagen de la cultura contemporánea. Nacidos inicialmente como entretenimiento, ambos acabaron convirtiéndose en expresiones culturales del máximo nivel, alcanzando la categoría de Arte con mayúsculas.
Los caminos del jazz y del cine se han cruzado a lo largo de toda su historia y desde el comienzo mismo de sus vidas. Al final de la década de los años diez del siglo XX, recién nacidas ambas disciplinas, el jazz se utilizaba ya como música de acompañamiento en las salas de proyección, incorporando al piano que acompañaba las proyecciones .
Ya en la primera película sonora de éxito, The Jazz Singer, surgió la relación entre cine y jazz, que estaban irremediablemente condenados a entenderse. En el contexto del primer cine sonoro, donde el cine musical era el protagonista absoluto de la escena cinematográfica, el jazz ocupó un lugar de excepción.
Posteriormente, después de la segunda Guerra Mundial, ya en un mundo donde jazz y cine son artes universales, son múltiples y recíprocas las influencias. Desde películas que incorporaban los aires del nuevo jazz moderno, como en Un tranvía llamado deseo (Elia Kazan, 1951) o La ventana indiscreta (Alfred Hitchcock, 1954) a las más inquietantes bandas sonoras del cine, como Ascensor para el cadalso (Louis Malle, 1957) y Anatomía de un asesinato, (Otto Preminger, 1959), sin olvidar la constante presencia del jazz en el universo Disney y en los dibujos animados de otros estudios.
Definitivamente, a partir de los años sesenta del pasado siglo, la industria cinematográfica terminó por asumir la música de jazz como un elemento consustancial en el cine, bien como protagonista absoluto como en Cotton Club (Francis Ford Coppola, 1984) Round Midnight (Bertrand Tavernier, 1986), Bird (Clint Eastwood, 1988), Rebeldes del swing (Thomas Carter, 1993), Kansas City (Robert Altman, 1996), Acordes y Desacuerdos (Woody Allen, 1999) o formando parte de sus bandas sonoras hasta nuestros días.
No en vano David Meeker, en su libro “Jazz in the Movies”, recoge más de ¡tres mil setecientas! reseñas de películas relacionadas con el jazz o en las están presentes sus músicos.
El jazz y el cine son dos artes nacidas con el siglo XX, llamadas a revolucionar el sonido y la imagen de la cultura contemporánea. Nacidos inicialmente como entretenimiento, ambos acabaron convirtiéndose en expresiones culturales del máximo nivel, alcanzando la categoría de Arte con mayúsculas.
Los caminos del jazz y del cine se han cruzado a lo largo de toda su historia y desde el comienzo mismo de sus vidas. Al final de la década de los años diez del siglo XX, recién nacidas ambas disciplinas, el jazz se utilizaba ya como música de acompañamiento en las salas de proyección, incorporando al piano que acompañaba las proyecciones .
Ya en la primera película sonora de éxito, The Jazz Singer, surgió la relación entre cine y jazz, que estaban irremediablemente condenados a entenderse. En el contexto del primer cine sonoro, donde el cine musical era el protagonista absoluto de la escena cinematográfica, el jazz ocupó un lugar de excepción.
Posteriormente, después de la segunda Guerra Mundial, ya en un mundo donde jazz y cine son artes universales, son múltiples y recíprocas las influencias. Desde películas que incorporaban los aires del nuevo jazz moderno, como en Un tranvía llamado deseo (Elia Kazan, 1951) o La ventana indiscreta (Alfred Hitchcock, 1954) a las más inquietantes bandas sonoras del cine, como Ascensor para el cadalso (Louis Malle, 1957) y Anatomía de un asesinato, (Otto Preminger, 1959), sin olvidar la constante presencia del jazz en el universo Disney y en los dibujos animados de otros estudios.
Definitivamente, a partir de los años sesenta del pasado siglo, la industria cinematográfica terminó por asumir la música de jazz como un elemento consustancial en el cine, bien como protagonista absoluto como en Cotton Club (Francis Ford Coppola, 1984) Round Midnight (Bertrand Tavernier, 1986), Bird (Clint Eastwood, 1988), Rebeldes del swing (Thomas Carter, 1993), Kansas City (Robert Altman, 1996), Acordes y Desacuerdos (Woody Allen, 1999) o formando parte de sus bandas sonoras hasta nuestros días.
No en vano David Meeker, en su libro “Jazz in the Movies”, recoge más de ¡tres mil setecientas! reseñas de películas relacionadas con el jazz o en las están presentes sus músicos.
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