viernes, 5 de agosto de 2016

El Diario de una Minina : Anti-dentistas

EL DIARIO DE UNA MININA: "ANTI-DENTISTAS". 
Ni siquiera haber trabajado dos años en una clínica me ha curado del pánico a la silla del dentista. Y mira que sólo me van a hacer una limpieza, pero para la próxima me meto un chute de Diazepam 10mg, fijo! En la sala de espera empecé con mareos y nauseas. Cogí un periódico y me entraron más náuseas todavía, así que lo solté y me agarré a una revista de moda, cual un náufrago al pedazo de madera, en el infructuoso intento de desviar la atención de mi ajetreado subconsciente hacia los trapos, bolsos y zapatos, cosa que en otras circunstancias me dejaría absorta y babeando. Nada. No funciona: me mido el pulso y voy por 120 por minuto. Como siga así voy a tener que pedir un desfibrilador. 


Viene mi doctora, me saluda y me manda al box 2 - la clínica es mi otra casa, así que entro como Pedro por Huesca a la consulta, me siento en el sillón, me pongo el babero, reviso por la vieja costumbre el instrumental y el estado de los cabezales, e intento convencerme de que aquí no pasa nada, sólo me van a poner anestesia tópica para pincharme 4ml de lidocaína para dejarme la boca para un par de horas con la sensación de neumáticos en vez de los labios y un objeto extraño dentro que es la lengua. Luego van a reírse preguntándome si el día que me tenga que hacer un empaste necesitaré anestesia general. Y les diré que ya me estoy cuidando bastante para no exponerme a tan maravillosa experiencia de sentir que te están taladrando el cerebro. Para ello tengo el kit completo anti-dentistas: cuatro variedades de dentífrico, seda dental, limpiador lingual, enjuague bucal, gel remineralizante bioadhesivo, lapiz blanqueador, cepillos de toda clase…
"Bueno, Tati, aquí no hay nada que hacer, excepto quitar tres manchas de café, que si no fuera por la cafeína ni te veríamos por aquí!" - dice mi doctora y me deja con las manos de ángel de mi higienista, la única persona de toda la clínica capaz de lidiar con mi pánico y mantenerme dentro del sillón. Para ello utiliza la misma táctica de distracción que uso yo con mis clientes de TV Satélite: contarme mil historias diferentes, entre otras: de lo poco que se cuida la gente, de lo bien que tengo la boca, me preguntará cosas varias sabiendo de antemano que voy a darle la misma respuesta a todas las interrogantes que es un "mu", me pondrá al día sobre las novedades en el mundo de odontología…mientras yo estaré analizando la reacción de mi cuerpo a la intromisión de objetos extraños, empezando por la aguja cargada de anestesia.
Han pasado tres horas y la boca sigue sin responderme: lleno el vaso con casera y me la inyecto a través de una pajita. A ver cuándo se me quita la sensación de haber participado en un combate de boxeo y recibido un guantazo en todo mi hocico, porque la verdad es que tengo hambre y por culpa del dichoso café ahora a las cinco de la tarde estoy mareada, pero ya no es de pánico, sino de hambre. 
Tatiana Minina 
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