Doce del mediodía y la introducción de guitarra de Folsom Prison
Blues de Johnny Cash que tengo de tono en mi móvil empieza a taladrarme
el sueño con precisión, ayer terminamos tarde de tocar en Antequera
presentando el disco en Cambayá Club, delante de un público culto y de
culto, de los que no se tragan cualquier moto para vender, por eso es un
orgullo sus parabienes y su compra masiva del disco, eso sí, el
cansancio y el gin tonic de punto y seguido de la despedida me tienen
por K.O. técnico buscando las tablas del sofá de casa.
La segunda llamada no se hace esperar un número desconocido para la
agenda, pero consigo levantarme a mitad de la estrofa del hombre de
negro y abrir línea "como andás zurdito, soy Ariel». Creo que la mejor
medicina contra la resaca post concierto es una llamada del maestro Rot.
«El sábado estoy en Málaga te llevás tu guitarra y nos tocamos una
¿no?». Los tipos con clase y elegancia la demuestran veinticuatros horas
al día; él la tiene en cada acorde de sus canciones, dentro y fuera del
escenario, por eso hay que cuadrarse y quitarse el sombrero delante de
un verdadero maestro de la vida y el rock.
Se viene este sábado 29 para nuestra city malacitana, concretamente a
la Sala Trinchera con un nuevo disco -La Manada- bajo el brazo y una
banda que quita el hipo con habituales como Tony Jurado a la batería,
Mauro Mietta a los teclados y como no podía ser de otra forma mi hermano
Candy Caramelo al bajo, otro motivo más de celebración por poder
reencontrarme con él, esta vez en mi tierra.
Ariel es uno de mis próceres del rock y uno de los culpables de que
me dedique a esto, ?mi primera banda ya como solista se llamaba Vicios
Caros? porque aunaba el arte de hacer canciones con progresiones de
acordes muy originales, melodías de voces pegadizas, una forma de
escribir muy personal y todo eso acompañado de una forma de tocar la
guitarra fuera de serie, mezclando el pop beatleliano, el swing, el rock
más clásico del abuelo Chuck Berry y del papa Richards, con ramalazos
manouches a la Django, el tango, el latín y el folcklore autóctono de su
país. Todo un abanico de riff vibrantes e innovadores, que siempre te
sacan una sonrisa de envidia sana, «¿como se le puede ocurrir esto?».
Parte imborrable de la historia musical del rock en castellano, nos
enseñó a tocar rocanrol cuando estábamos en pañales con los Tequila, nos
enseñó el poder de las buenas canciones con los Rodríguez y hoy sigue
en plena forma, enseñándonos como llevar una carrera tan extensa y
exitosa con consecuencia y fidelidad a la excelencia, todo un
perfeccionista del oficio y sabiendo gambetear la montaña rusa de este
mundillo, trabajador innato, que tiene ganado a pulso el respeto y el
aplauso de todos los compañeros y que me enseñó una lección magistral
que siempre recordaré. Tras un concierto en Guadalajara me dijo «Zurdo!»
mientras agarraba su amplificador y dirigiéndose a la furgoneta, lo
alzó y lo metió dentro entre todos los bártulos, «esto es el rocanrol,
que no te engañe nadie».
Y ahí seguimos, este sábado volveré a sentirme orgulloso del camino
que he elegido, porque estas buenas noticias te hacen reafirmarte en
ello, te insuflan energía para seguir luchando por vivir de lo que te
gusta y disfrutar cada momento, por las horas dedicadas al instrumento, a
escribir, a grabar a dejar tantas cosas importantes por lo que
realmente te importa y te da la vida. Gracias maestro por darme la razón
y por hacerme tan feliz. Este sábado tenéis una cita con el rocanrol en
persona, el señor Ariel Rot. «Uno recuerda con aprecio a sus maestros
brillantes, pero con gratitud a aquellos que tocaron nuestros
sentimientos», Carl Gustav Jung.
Alex Fernandez
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