El Parlamento es un juego de niños comparado con la arena digital o televisiva
El matón de plató es el equivalente moderno del gladiador en el circo romano, ahora reconvertido en circo mediático. Su profesión consiste en el despellejamiento del adversario y en el esparcimiento de sus restos sanguinolentos delante de la cámara. Para ello, el matón de plató habla más alto que nadie, deforma deliberadamente sus argumentos y los del contrario, interrumpe todo el rato, hace grandes aspavientos, finge indignarse, se autoprovoca la carcajada y, en general, se regodea por la algarabía por él provocada ante las falsas llamadas al orden de un falso moderador.
El matón de plató no se distingue por la ideología (puede ser de izquierdas o de derechas), aunque sí por el género. Sea debido a la biología, a la sociología o a una mezcla de las dos, y a la espera de que algún día el periodismo forense nos esclarezca las razones de este sesgo, el hecho es que el matón de plató tiende a ser varón.
Nada estimula más al matón de plató que la carne fresca. A algunos novatos no se les ocurre otra cosa en su debut que hablar bajito e intentar argumentar, como si pensaran, ingenuos ellos, que han sido invitados a una versión un poco agreste de Saber y ganar. Pero en casa, la audiencia, sabia y fogueada, musita apenada mientras anticipa el desenlace: “Otro pobre cristiano que reza a los leones”. Sin embargo, otros advenedizos que llevan mucho tiempo haciendo méritos en Twitter y en sus pseudomedios, y saben lo que se espera de ellos, saltan directamente a la yugular del contrario nada más pisar la arena, complaciendo así a los organizadores, conscientes de que la audiencia no soporta ver engordar y envejecer a un gladiador.
Algunos de esos platós no solo funcionan como espectáculo, sino como un proceso de selección para la política. Si vas bien en el plató, igual saltas al Parlamento, que es un juego de niños comparado con la arena digital o televisiva. Pero lo contrario también está empezando a funcionar: si te comportas como un animal en el Parlamento, también acabas invitado al plató. Y así se cierra el círculo para la selección de las nuevas élites en la nueva política en los nuevos medios. Un gran avance. @jitorreblanca
El matón de plató es el equivalente moderno del gladiador en el circo romano, ahora reconvertido en circo mediático. Su profesión consiste en el despellejamiento del adversario y en el esparcimiento de sus restos sanguinolentos delante de la cámara. Para ello, el matón de plató habla más alto que nadie, deforma deliberadamente sus argumentos y los del contrario, interrumpe todo el rato, hace grandes aspavientos, finge indignarse, se autoprovoca la carcajada y, en general, se regodea por la algarabía por él provocada ante las falsas llamadas al orden de un falso moderador.
El matón de plató no se distingue por la ideología (puede ser de izquierdas o de derechas), aunque sí por el género. Sea debido a la biología, a la sociología o a una mezcla de las dos, y a la espera de que algún día el periodismo forense nos esclarezca las razones de este sesgo, el hecho es que el matón de plató tiende a ser varón.
Nada estimula más al matón de plató que la carne fresca. A algunos novatos no se les ocurre otra cosa en su debut que hablar bajito e intentar argumentar, como si pensaran, ingenuos ellos, que han sido invitados a una versión un poco agreste de Saber y ganar. Pero en casa, la audiencia, sabia y fogueada, musita apenada mientras anticipa el desenlace: “Otro pobre cristiano que reza a los leones”. Sin embargo, otros advenedizos que llevan mucho tiempo haciendo méritos en Twitter y en sus pseudomedios, y saben lo que se espera de ellos, saltan directamente a la yugular del contrario nada más pisar la arena, complaciendo así a los organizadores, conscientes de que la audiencia no soporta ver engordar y envejecer a un gladiador.
Algunos de esos platós no solo funcionan como espectáculo, sino como un proceso de selección para la política. Si vas bien en el plató, igual saltas al Parlamento, que es un juego de niños comparado con la arena digital o televisiva. Pero lo contrario también está empezando a funcionar: si te comportas como un animal en el Parlamento, también acabas invitado al plató. Y así se cierra el círculo para la selección de las nuevas élites en la nueva política en los nuevos medios. Un gran avance. @jitorreblanca
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