Portada de 'La vida'
Obra que combina a la perfección una gran historia con un nivel artístico excepcional en la que Tyto Alba (Dos espíritus, La casa azul) narra la amistad de Pablo Picasso y otro joven artista, Carles Casagemas, sin el que, posiblemente, la carrera del pintor malagueño habría sido muy diferente.
Y lo hace sin intentar imitar el estilo de Picasso, porque Tyto es un gran pintor, que tiene su propia paleta de colores, con la que nos traslada al París, la Málaga y la Barcelona de principios del Siglo XX, donde se desarrolló la relación entre Picasso y Casagemas.
Ambos se conocieron en un café de la Barcelona Bohemia y se admiraron mutuamente, por lo que acabarían siendo inseparables.
El padre de Casagemas es el que hizo posible que ambos fueran a París, a perseguir su sueño de ser artistas. Allí se irían distanciando, debido a la competitividad de ambos y al creciente éxito de Picasso. Hasta que su amistad tuvo un final tan terrible como inevitable. Un final que provocó la depresión de Picasso y el inicio de su etapa azul, con la realización de un retrato de Casagemas. Esa etapa terminaría con otro lienzo de Casagemas que es el que da título a esta obra, La vida.
Una historia ya de por sí interesante pero que, gracias al arte de Tyto Alba, alcanza niveles mucho más profundos. Y es que sus páginas son dignas de admiración; y su manejo del color es excepcional. Un relato apasionante de luces y sombras, que demuestra la importancia de una amistad y como una tragedia puede desembocar en algo bueno. Y también nos permite profundizar en la mente de uno de los mayores creadores de la historia (Picasso) y comprender cómo llegó a ser el mayor artista de su época.
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