El prototipo de yerno ideal que toda señora (de derechas o de izquierdas) desearía desposar con su hija: Guapito, inteligente, aseado, culto y educado.
Doctor en Ciencias Políticas, trabajó en Latinoamérica para la fundación CEPS, y colaboró con la Asamblea Constituyente en Bolivia de la mano del vicepresidente García Linera.
A principios de 2014 su amigo Pablo le convence para que vuelva a España y le encarga dirigir la campaña para las elecciones europeas: Éxito rotundo del chaval que se convierte en fulcro y cascabel de la nueva formación. Vistalegre-1 le encumbra como Secretario Político (de facto número dos) y portavoz en el Congreso de los Diputados. Mucho poder en manos de un listo, piensan los que recelan del enorme poder que acumula.
Y peor aún, empiezan las diferencias con el líder-fundador: El rupturismo de Iglesias contra el posibilismo de Errejón, la estridencia de una corneta, frente al arpegio de un clarinete. Las apariencias, no siempre engañan.
Se ha empeñado en descentralizar las estructuras orgánicas y de mando en el movimiento político nacido del 15-M, restando poder al secretario general para que no tenga la potestad de recurrir a las bases para convocar consultas, que no confeccione a discreción el Consejo de Coordinación, o que no pueda, unilateralmente, cesar a responsables del máximo órgano de dirección.
“La fuerza del corazón es trasversal y de hecho más ventajosa que usar la inteligencia sólo para arremeter” dice, ante la perplejidad de pragmáticos como Monedero, con quien la animadversión es mutua.
Iñigo Errejón: paradigma de una nueva forma de entender la política, se la juega en Vistalegre-2.
Atentos.
Manuel Mata
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