Técnica y expulsión
La reflexión se la hacía al compañero Fali Guerra el árbitro de baloncesto agredido en Benalmádena por los padres de algunos de los chicos que jugaron el partido de la Final Four Infantil. No porque suceda algo así de vez en cuando, hasta ahora más en el fútbol que en el básquet, debemos acostumbrarnos a normalizarlo. Tenerse que morir por estar vivo ya es un fracaso. Ser capaz de encajar eso e ir acumulando derrotas entre lo soñado y lo real y llegar a adultos es el reto de la madurez. Cuando no se consigue afrontar por uno mismo se debe hacer por aquellos a quienes queremos o por quienes a pesar de todo y de nosotros mismos nos quieren. Por eso, el hecho de que unos padres no frenen su íntimo fracaso, proyectado en la derrota para ellos injusta de sus hijos (aunque en este caso los chavales eliminados perdieron por 30 puntos), hasta el punto de pegarle al árbitro delante de ellos, es tan importante y quizá radiografía en parte la sociedad en la que estamos que merece la pena ser elegido como aviso en esta página de cada sábado. La espada sigue ahí arriba, atada sólo con un único pelo de crin de caballo, como cuenta la historia o leyenda de Damocles en la Sicilia del siglo IV aC.
Espada pendiente
El señor Damocles parece que fue un pelota de libro en la corte de Dionisio I. La cuestión es que el rey, harto del personaje por lo obvio de sus insistentes lisonjas, le premió intencionadamente con cambiarse por él un día. Damocles aceptó encantado. Disfrutó de un festín a cuerpo de rey servido por el mismísimo Dionisio, hasta que se dio cuenta de que sobre su cabeza pendía bamboleante la espada del cuento. Como no podía moverse del trono se le quitaron las ganas de orgía y alimento. La moraleja parece obvia, no hay poder sin riesgo de ser ensartado, en plan Juego de Tronos o algo así. Más bonito lo dejó dicho Horacio, el estudioso romano, en uno de sus poemas: «Para aquel que ve una espada desenvainada sobre su impía cabeza, los festines de Sicilia, con su refinamiento, no tendrán dulce sabor, y el canto de los pájaros y los acordes de la cítara no le devolverán el sueño». Sin llegar a amargarse la vida, conviene de todas formas pensar en que algo pende sobre nuestras cabezas, tanto para aprovechar todo lo que la vida nos ofrece como para relativizar el valor de muchas de esas cosas. Bueno, los fines de semana molan más que los días laborables para reflexionar un poquillo sobre estas cosas.
Pelea callejera
No sé cómo son los padres de los chavales que se pegaron a la salida de una discoteca en Marbella. Quizá son gente sensata y sacrificada en la educación de sus hijos y no merecen la más mínima duda, pero hay cierta concatenación generacional en las actitudes violentas. Asombra y da un poco de miedo la agresividad de los golpes y las patadas de algunos chavales presuntamente normales. Se puede observar en el vídeo de la pelea que ha servido a la policía para identificar a los participantes. No es de extrañar que el juez Calatayud haya vuelto a insistir en los problemas crecientes que está generando la erosión de la autoridad entre hijos y padres y alumnos y profesores. De todas formas, podemos seguir profundizando en la ola de calor como asunto verdaderamente relevante con que derretir el candelero.
Ola tras ola
En Andalucía, desde chicos, estamos matriculados en la escuela de calor, además de en la escuela. Y desde mucho antes de la canción de Radio Futura. Quienes han habitado y habitan aquí abajo llevan bregando con el sol siglos. Aunque no tanto como los tuaregs en el Sáhara. El asunto del cambio climático es muy serio y vincularlo a este relleno de titulares y debates creados tras la moción de censura debería ponernos colorados. Y no por el calor que, a propósito, no será mucho este fin de semana en Málaga, al menos en la Costa. Máximas de 30 grados y sin terral en el horizonte. Así que disfruten de la playa y protéjanse del sol en las horas centrales del día y de la estupidez a todas horas. No se olviden del protector solar. Ni del neuronal.
Protector solar
No es fácil protegerse. Aunque parezca mentira aquí se construye un hospital en el que no caben las camillas en los ascensores, en Ronda. Se detiene a un individuo que intentaba ahorcar a su perro porque era suyo, decía, en Fuengirola. O, no sé qué es peor, debemos soportar que un ídolo de la selección española y entrenador del mejor Barça de la historia, Guardiola, nos llame opresores o autoritarios. Tenemos el cielo ganao...
Porque hoy es sábado.
Domi del Postigo
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