Esta noche los informativos cerrarán con el anuncio de las celebraciones de San Juan y mañana a primera hora ya tendremos imágenes de cómo han quedado las playas. Los ayuntamientos manejan hoy una dura dualidad: nos organizan la fiesta pero nos recuerdan sus límites. Algo nos dice que este año la cosa será masiva, como unas fallas a la malagueña. La noche de San Juan, como todo lo que nos rodea últimamente, ha pasado de ser un acontecimiento íntimo o familiar para convertirse en una atracción de masas. Entre las masas estaremos nosotros porque raro es el día que nos perdemos una, y porque en el fondo sabemos lo difícil que resulta a veces pasárselo realmente bien en una fiesta familiar.
En el brazo organizador de la enorme verbena que se nos avecina, el Ayuntamiento de Málaga se vuelto a remangar la camisa para prometernos otra noche inolvidable. En La Malagueta tendremos algo llamado Fiestazo y en la costa Oeste (cómo suena eso) actuará Atrévete, que no es sólo el nombre de una discoteca para gente recién separada sino también una banda musical de la que no tenemos más constancia que su existencia. El espectáculo pirotécnico correrá a cargo de Pirotecnias Sánchez, un nombre muy de tebeos, pero que imprime confianza. Por lo visto en el júa municipal todos los años se queman cosas malas, de ámbitos distintos: la prima de riesgo, la tortura, la crisis, el tráfico ilícito de armas (el lícito nos parece bien), la extinción de las especies y las medusas. Imagino que estos dos últimos temas no se quemaron en el mismo año porque aquello habría provocado una paradoja irreversible de la que nos habríamos enterado. Esta noche quemaremos la sequía y el calor, algo que nos deja una imagen al mismo tiempo inútil y poética, que recuerda a cuando le preguntaron a Cocteau qué salvaría de un incendio en el Museo del Prado y dijo: salvaría el fuego.
El ala municipal que aboga por mantener el orden público en esta noche de perros recuerda que cada uno debe recoger su basura de la playa. Con las mareas es muy posible que parte de esa mugre acabe en el mar. Sin embargo y a tenor de nuestra experiencia con papeleras llenas, la apocalíptica foto de la playa después de la verbena va a ser impepinable. Mañana tendremos la oportunidad de escandalizarnos (el escándalo le viene muy bien a la resaca). Esta noche se permiten las barbacoas para ellos y las moragas para nosotros, habrá incendios operando en algún vacío legal y la policía hará la vista gorda con los coches: Pedregalejo se convertirá, todo él, en un aparcamiento. La recomendación general para la ciudadanía es que por lo menos se mojen los pies en la orilla del mar. Los sabios dicen que hay que quemar los recuerdos, y hay cierto romanticismo sobre la idea de prenderle fuego a los apuntes. Nosotros quemaremos el calor, aunque no estamos seguros de cómo resultará eso.
Txema Martin
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