Todo aparece bajo la atmósfera de uno de esos viscosos sueños producidos por una mala digestión
La gente sale con banderas a despedir a los guardias civiles y a los policías que van a alojarse en un buque decorado con un gran Piolín. El hombre más poderoso del planeta da una razón profunda para que Cataluña se mantenga dentro de la legalidad constitucional española: Sería una tontería no quedarse dentro, porque España es un país muy bonito y con historia. Esta parodia de superhéroe tiene su correspondiente hombre del mal. Un déspota ataviado como el tirano de un tebeo que ha encontrado su modo de comunicarse con el mundo lanzando misiles con cabezas nucleares. Al mismo tiempo, vuelven las imágenes de una pesadilla recurrente. Marbella se llena de registros y la Fiscalía Anticorrupción vuelve a asomar a través de las paredes blandas de los sueños. En una esquina aparece el retrato de frente y de perfil de un antiguo concejal, huido -vía camino de Santiago- once años atrás.
Todo aparece bajo la atmósfera de uno de esos viscosos sueños producidos por una mala digestión. Sin embargo, al abrir los ojos, el disparate sigue ahí, aumentado por no se sabe cuántos detalles que la pesadilla ha sido incapaz de recoger. Todo mezclado. Como ocurre en los sueños. Lo íntimo y lo lejano. Tal vez porque el subconsciente reconoce los hilos que unen las cosas e ignora los compartimentos estancos en los que normalmente se desenvuelve la razón. Los misiles coreanos y los dislates de Trump pueden afectarnos como evidentemente nos afectará lo que ocurra en los próximos días y en las próximas semanas en Cataluña. Como afecta a Marbella y a los malagueños esa vuelta a las andadas, esa infección que vuelve a reproducirse al amparo del lujo y de las urbanizaciones y las inversiones laberínticas de Marbella.
Antonio Soler
No hay comentarios:
Publicar un comentario