Poco a poco, Málaga sucumbe a un desequilibrio territorial de infraestructuras sin precedentes
Poco a poco, Málaga sucumbe en un desequilibrio territorial de infraestructuras sin precedentes. Lo que siempre había sido, desde la antigüedad, su cicatriz central situada en el río Guadalmedina, hoy se ha convertido en la auténtica frontera entre las inversiones públicas y la Arcadia de los negocios privados. Y en ambas márgenes fluviales los ciudadanos observan, sorprendidos, como unos pagan los impuestos mientras otros los disfrutan. La última apuesta por ubicar la próxima gran infraestructura sobre la hiperconcentración sanitaria que forman el Materno, el Civil y el nuevo hospital, es la gota que colma el vaso. Y pedir a cambio un arreglito al Centro de Salud de El Palo para convertirlo en un Chare es como dar migajas a los paleños a cambio de su silencio y, si cuela, de sus votos.
Pero la situación no puede continuar así. Ni una sola actuación de calado en instalaciones deportivas públicas, ni parques, ni paseos marítimos, ni ferrocarriles, ni metros, ni tranvías y, ahora, tampoco en hospitales públicos, es excesivo. La inequidad social que se está provocando es ya difícilmente recuperable. Sobre todo si los argumentos para la superconcentración hospitalaria se basan en la comodidad de los profesionales de la salud para trasladarse de un lugar a otro, ¿acaso los hospitales han dejado de plantearse desde el punto de vista de los pacientes?. A este paso habrá que cerrar todas las Juntas de Distrito para crear un superayuntamiento, así será más cómodo para sus concejales, aunque los ciudadanos se tengan que desplazar desde sus alejados domicilios.
Evidentemente cuando los argumentos son ridículos solo queda la ironía para justificarlos, pero el caso del nuevo hospital es de una gravedad suprema. No hay que ser muy listo para darse cuenta que este asunto es un caballo de Troya introducido por la Junta de Andalucía a los gobernantes malagueños. Enfrentar a los actuales dirigentes en la Diputación y el Ayuntamiento con los ciudadanos de Málaga Este, que son su granero natural de votantes, es una maniobra estratégica y sutil, y cuesta ver como éstos caen tan fácilmente en la trampa. En el fondo da la sensación de que el paraíso de inversiones públicas en que se está convirtiendo la ribera oeste del Guadalmedina ha situado al resto de los malagueños Al Este del Edén. Pero en el fondo lo que parece pensar algún preboste es Al Este que le den.
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