Esto es lo firmado hace más de 300 años, y los hijos de la Gran Bretaña no se bajan del burro. Gibraltar es una colonia y así se confirmó en la declaración como Crown Colony en 1830; además, Naciones Unidas ha reiterado en varias resoluciones de la Asamblea General (2070 (XX), 2353 (XXII), 2429 (XXIII) y 3286 (XXIX)), que nos encontramos ante un 'territorio no autónomo'. Por si quedara dudas, la reforma de la constitución gibraltareña (2006) configura el territorio como parte de las posesiones reales. Siendo esto así, el Reino Unido está obligado a la descolonización de Gibraltar sin que puedan mantener la excusa de que los habitantes del Peñón (los 'llanitos') no quieren dejar de ser colonia británica: no son un pueblo desde el punto de vista del Derecho Internacional a los efectos de un supuesto derecho a la autodeterminación.
Pero están muy cerca de nosotros, y lo del Brexit les perjudica de forma grave (votaron de forma mayoritaria por el mantenimiento del Reino Unido en la UE en el referéndum de 2016). Cuando el Reino Unido salga de la UE, Gibraltar va con ellos. Entonces, la verja de la Línea de la Concepción se constituirá en la frontera exterior de la UE, y hay que recordar que de acuerdo al citado tratado de 1713, la cesión del Peñón no permitía «comunicación alguna abierta con el país circunvecino por parte de tierra» y eso legitima el cierre de la frontera con Gibraltar (un desastre económico y humano para ambas partes), o medidas más moderadas como un fuerte control en la frontera o elementales restricciones para evitar el paraíso fiscal en el que, de facto, se ha convertido Gibraltar. Por decirlo de otra manera, España tiene en este contexto la sartén por el mango.
Ahora es el momento, en el marco de las necesarias negociaciones bilaterales del Reino Unido y España, para poner fin de forma civilizada a este anacronismo histórico que dura ya demasiado tiempo.
Pedro Moreno
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