La malagueña, que no pudo asistir por estar de gira en Francia, acumula ya seis manzanas por sus creaciones. Silvia Pérez Cruz se lleva el premio a la música de este montaje
Rocío Molina saborea de nuevo la manzana de los Max. 'Grito pelao', ese baile desgarrador y sincero de su maternidad en solitario, se impuso como el mejor espectáculo de danza en la gala de entrega de los premios más prestigiosos de las artes escénicas españolas, celebrada en el Teatro Calderón de Valladolid. La malagueña recibió la noticia en Francia, donde se encuentra de gira con 'Caída del cielo'. En su lugar, recogió el galardón Carlos Marquerie, responsable de la dramaturgia y de la dirección artística junto a Molina y Silvia Pérez Cruz. En nombre de la 'danzaora', Marquerie dedicó el Max al origen y razón de este espectáculo, la hija de Molina: «Por Juana, por su larga vida». Porque si el teatro siempre es efímero, «el día que moría 'Grito pelao' empezaba el nacimiento de Juana».
Rocío Molina se reafirma así como una de las bailaoras españolas más sobresalientes de su generación. Es el sexto Max que recibe por sus espectáculos, cuatro de ellos con su nombre. Inauguró el palmarés 'Bosque Ardora', que en 2015 le valió la preciada manzana a la mejor coreografía. Se consagró con 'Caída del cielo', su montaje más extremo en lo físico, con una gran fuerza visual y una potencia que le hicieron merecedora de los premios a mejor intérprete femenina y mejor coreografía; además del galardón al mejor diseño de luces. Con esta propuesta volvió a los escenarios tras su baja de maternidad, y este martes la lleva a escena en una localidad próxima a la capital francesa. El sexto Max lo acaba de recoger Silvia Pérez Cruz por la música de 'Grito pelao'.
Le faltaba el reconocimiento más completo y redondo, el de mejor espectáculo de danza. Y ese se lo ha dado su montaje más arriesgado y personal, una apertura en canal sobre el escenario para bailar sus ilusiones y sus miedos ante su embarazo en solitario. Un 'Grito pelao' que ha durado lo que una gestación y con el que Rocío Molina llenó el Teatro Cervantes el pasado mes de agosto. Valiente, atrevida, flamenca y desconcertante, esta «bailaora y boquerona» –como se define– lanzó su canto a la maternidad en Málaga con una barriga de casi cinco meses. Hasta los siete y medio siguió en las tablas.
Otras dos mujeres sustentan el éxito de 'Grito pelao' y a ellas se refirió también Carlos Marquerie: «Representáis a esa gran cadena de mujeres que alimenta nuestra vida y nuestro futuro». Aludía a Lola Cruz, la madre de Rocío Molina, que borda con su naturalidad y su saber estar su primer baile profesional, y Silvia Pérez Cruz, que acaricia con su voz cada movimiento de madre e hija. Una combinación de sensibilidad y calidad musical que los Max premiaron con el galardón a mejor composición musical por su trabajo para 'Grito pelao'. Emocionada, con la manzana ya en la mano, Pérez Cruz explicó que este universo sonoro nació del «silencio, de mirar a Rocío y de sus ganas de ser madre». «He intentado poner música a los pies de su madre, al deseo de Rocío, a esa Juana, a la homosexualidad, a la fecundación in vitro, a cosas a las que nunca había cantado», reconoció «feliz» la cantante y compositora, que no se olvidó de su hija Lola en las dedicatorias.
Este espectáculo, y lo que representa, ha significado un antes y un después para la malagueña, que define su maternidad como «un renacer». 'Grito pelao', como comentó a este periódico, le enseñó «que la pausa y la templanza también tienen mucha fuerza». Pero, bailaora radical como pocas, ser madre le ha dado energías renovadas para seguir poniéndose a prueba «con otra sabiduría y más conciencia». «Después de haber parido en casa creo que puedo llegar a más límites», reflexionó. Hasta dónde se verá en 2020, cuando se espera lo nuevo de Rocío Molina.
Rocío Molina se reafirma así como una de las bailaoras españolas más sobresalientes de su generación. Es el sexto Max que recibe por sus espectáculos, cuatro de ellos con su nombre. Inauguró el palmarés 'Bosque Ardora', que en 2015 le valió la preciada manzana a la mejor coreografía. Se consagró con 'Caída del cielo', su montaje más extremo en lo físico, con una gran fuerza visual y una potencia que le hicieron merecedora de los premios a mejor intérprete femenina y mejor coreografía; además del galardón al mejor diseño de luces. Con esta propuesta volvió a los escenarios tras su baja de maternidad, y este martes la lleva a escena en una localidad próxima a la capital francesa. El sexto Max lo acaba de recoger Silvia Pérez Cruz por la música de 'Grito pelao'.
Le faltaba el reconocimiento más completo y redondo, el de mejor espectáculo de danza. Y ese se lo ha dado su montaje más arriesgado y personal, una apertura en canal sobre el escenario para bailar sus ilusiones y sus miedos ante su embarazo en solitario. Un 'Grito pelao' que ha durado lo que una gestación y con el que Rocío Molina llenó el Teatro Cervantes el pasado mes de agosto. Valiente, atrevida, flamenca y desconcertante, esta «bailaora y boquerona» –como se define– lanzó su canto a la maternidad en Málaga con una barriga de casi cinco meses. Hasta los siete y medio siguió en las tablas.
Otras dos mujeres sustentan el éxito de 'Grito pelao' y a ellas se refirió también Carlos Marquerie: «Representáis a esa gran cadena de mujeres que alimenta nuestra vida y nuestro futuro». Aludía a Lola Cruz, la madre de Rocío Molina, que borda con su naturalidad y su saber estar su primer baile profesional, y Silvia Pérez Cruz, que acaricia con su voz cada movimiento de madre e hija. Una combinación de sensibilidad y calidad musical que los Max premiaron con el galardón a mejor composición musical para espectáculo escénico por su trabajo en 'Grito pelao'. Emocionada, con la manzana ya en la mano, Pérez Cruz explicó que este universo sonoro nació del «silencio, de mirar a Rocío y de sus ganas de ser madre». «He intentado poner música a los pies de su madre, al deseo de Rocío, a esa Juana, a la homosexualidad, a la fecundación in vitro, a cosas a las que nunca había cantado», reconoció la cantante y compositora, que no se olvidó de su hija Lola en las dedicatorias.
Este espectáculo, y lo que representa, ha significado un antes y un después para la malagueña, que define su maternidad como «un renacer». 'Grito pelao', como comentó a este periódico, le enseñó «que la pausa y la templanza también tienen mucha fuerza». Pero, bailaora radical como pocas, ser madre le ha dado energías renovadas para seguir poniéndose a prueba «con otra sabiduría y más conciencia». «Después de haber parido en casa creo que puedo llegar a más límites», reflexionó. Hasta dónde se verá en 2020, cuando se espera lo nuevo de Rocío Molina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario