Tengo la mesita de noche llena. Se me acumulan las páginas en las que quiero perderme después de más de dos semanas de inmersión literaria con la Feria del Libro y Málaga 451: la Noche de los Libros. Tengo pendiente 'Antes de los años terribles', de Víctor del Árbol, y 'Solenoide', de Cartarescu. Y los cómics de Emil Ferris ('Lo que más me gustan son los monstruos') y Pepo Pérez ('El vecino'). Y haciendo caso a Andrés Trapiello, recuperar alguna laguna que me espera en la biblioteca de casa, como 'Pedro Páramo', de Rulfo.
Somos unos afortunados. Tenemos dos eventos que convierten la ciudad en una gran biblioteca callejera -tres si contamos el Día del Libro- y de la competencia salimos ganando los lectores. No obstante, en los últimos años se ha dado un fenómeno inverso. Málaga 451, centrada en una sola noche, ha ido calentándose con una oferta de grandes autores internacionales y otros más domésticos que viven por unas horas como estrellas de cine. Gracias a una decidida inversión de la Diputación y a un público entusiasta que el evento está sabiendo digerir. Unas 10.000 personas en su última edición y sensación de menor masificación al mejorar la gestión de los espacios de La Térmica.
En sentido contrario, la Feria del Libro ha perdido peso desde los tiempos gloriosos en el Parque. Para empezar por el abandono de las instituciones públicas, que tienen el libro más en la boca que en la cabeza. Pero también por los propios libreros, entre los que falta unidad. Ni están todos en la feria, ni se les espera. El evento ha encontrado un impulso en la plaza de la Merced, pero no servirá de nada sin apoyo económico. La programación la salvan los autores locales. Que tenemos muchos y buenos. Como lectores entregados. Pero la feria está condenada a la desaparición si su único objetivo es la supervivencia. El año que viene celebra su 50 edición y ya veremos si algunas promesas se cumplen.
Lo que resulta perverso es elegir entre ambos eventos libreros y arrojar los éxitos de uno al árbol caído del otro. ¿Y tú de quién eres? ¿De la Noche o de la Feria? Como si fueran personajes de un mal 'western' en el que solo puede quedar uno vivo. En cultura no sobra nada. Ya lo vimos con el litericidio del Instituto Municipal del Libro. No volvamos a escribir otra página negra.
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