A debate los fuegos fatuos de Barcelona y la marcha fúnebre del Valle de los Caídos
Esta noche los niños andarán por ahí con camisetas de esqueletos y caretas de calaveras y mañana nos resucitarán a todos por medio del arranque de la nueva campaña electoral. Una campaña que realmente no es otra cosa que una sucesión de lo que ya tenemos, de lo que vivimos desde hace ya no se sabe cuántos meses. Un nuevo asalto en este pugilato que empieza a parecerse a la lucha libre americana, ese teatrillo en el que los golpes son figurados y las victorias, además de efímeras, pírricas. A debate los fuegos fatuos de Barcelona y la marcha fúnebre del Valle de los Caídos. Franco convertido en zombie y cada candidato afilando la guadaña para ver cuánto trigo electoral lleva a su granero el 10 de noviembre.
Por encima de los programas electorales sobrevuela lo que ocurrirá el día después. Los presuntos pactos, las fintas que unos y otros habrán de hacer a todo lo que nos están diciendo ahora. La pértiga verbal para saltarse la coherencia. La realidad es el mejor disolvente para las palabras, los sueños y las promesas. El CIS nos ha dicho que todo resultará fácil para el PSOE y que su sillón tiene dos cómodos brazos en los que apoyarse. La resistente Unidas Podemos por la izquierda y el decrépito Ciudadanos por la derecha. Pero el CIS, a pesar de haber clavado su último vaticinio en las elecciones de abril, también es una fábula. Tezanos es el pájaro desplumado en este reloj de cuco electoral. Da la hora, recibe el escobazo y vuelve a su nido de engranajes y ruedas giratorias hasta el mes siguiente. Un reloj que da las horas atendiendo más a la ley de la relatividad que a los usos tradicionales del tiempo y el espacio. El pronóstico del CIS plasma un mundo figurado no solo por contravenir la tendencia de los demás sondeos sino porque en su seno no constaban ni la sentencia del 'procés' ni el traslado del general.
De un modo o de otro los pactos serán los protagonistas. Su ausencia nos ha traído a esta nueva campaña y los partidos parecen conjurados para que sea como sea se produzcan después de las elecciones. Cayetana Álvarez de Toledo vislumbra un acuerdo clandestino entre los socialistas y Vox. Una alucinación inútilmente razonada a la que Abascal ha respondido con humor por una vez. Por las noches va a caballo a la Moncloa a despachar con el 'carroñero'. Humor negro, eso sí, como corresponde a la España negra. Tinta en las venas y tinta en la lengua para ir dibujando un paisaje en blanco y negro. Las esquinas tenebrosas que se apoderarán del país si gobiernan los otros y la blancura mística, ese sol diáfano y reparador, que lo iluminaría todo si quien vence es uno y sus aliados. Ni en el debate de mañana ni en el del lunes sabremos nada de los futuros pactos. Forma parte de la representación. Las cartas boca abajo y la pregunta de todos en el aire. Hasta pasado el día 10 no sabremos si hay truco o trato.
Antonio Soler
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