Había una alucinada felicidad en los bañistas que fueron capaces de empapar sus carnes en el mar en la mañana del 25 de diciembre de 2019. El asombro se recibía en camisetas de manga corta y en cervezas de grifo tiradas con alegría. La plenitud se filtraba en microscópicos rayos de sol que se clavaban en la cara y en los brazos al ritmo de una canción de FKA Twigs.
Salimos para dar gracias al sol por salir en lo que se supone que es el invierno con semejante demostración de poderío. El puñetazo en la mesa se dio cuando el mar parecía un lago y dejó los merenderos rebosando. El sol hizo un autobombo genial, una campaña por el clima más efectiva que la de cualquier cumbre; la luz es la genuina llamada de la naturaleza. Celebramos la propaganda del sol intentando que todo lo malo no importe y centrándonos en la amabilidad del tiempo. En la comida de Navidad se trató este tema, del tiempo, y dicen que los cuñados apenas hablaban de otra cosa, pero no nos olvidemos del cuidado que hay que tener con la gran tragedia del cuñadismo, y es que todos somos el cuñado del nuestro. Esa reciprocidad en la condición de cuñado la desarma de maldad y nos iguala en un nivel de tontería que resulta infinita y lineal.
La luminosidad del día era tan resplandeciente que solo podía presagiar una catástrofe. El día anterior tampoco nos libramos de nuestras sospechas y luego leímos un reportaje que trataba sobre esto: 2019 será el año natural más seco de la historia desde que esta historia se mide con datos estadísticos. Al parecer, la sequedad no tiene que ver con el cambio climático tanto como el aumento de las temperaturas. En el reportaje apareció el catedrático Ruiz Sinoga para señalarnos que «estamos dentro de las oscilaciones normales en el clima mediterráneo», una frase muy tranquilizante porque aporta naturalidad a circunstancias que aparentan ser extraordinarias, como las espléndidas figuras de esas tres personas hundiéndose felices en el mar inmóvil, provocando una postal con su gesto.
Respecto al tiempo, el catedrático añade: «Realmente, llueve bien muy pocas veces». Y pienso en el concepto del agua cayendo a gusto de todos, cayendo bien, y tengo una cosa clara, que para cuando en Málaga llueva bien se seguirá emitiendo 'Cuéntame'. Esto también es fascinante. La serie ha anunciado su temporada número 20. Desde hace años, cunde el pánico por el momento en el que la ficción de 'Cuéntame' llegue al presente y nos alcance. La serie irrumpiría en la actualidad, pero precisamente por eso podría también sobrepasarla, revelada entonces como el verdadero oráculo del futuro, la bola de cristal. Los Alcántara serán los definitivos futurólogos, pero por este motivo tarde o temprano se crearía una paradoja espaciotemporal que acabaría con nuestra dimensión, y esperemos que para entonces en Málaga haya llovido muchas veces, pero bien.
Txema Martín .
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