viernes, 21 de febrero de 2020

McEnroe y Makovski, amor musical por el cine


Foto: tiojimeno
Los dos conjuntos inauguran el MAF con poesías cantadas sobre las tablas del Cine Albéniz, adaptado como sala de conciertos para la ocasión



El MAF —Málaga de Festival—, es un espacio para saborear la música, las artes escénicas y el pensamiento con el cine como hilo conductor. Hay hueco para todo tipo de propuestas, aceleradas, tranquilas, clásicas, disruptivas. Anoche se celebró el concierto inaugural del ciclo (que hace las veces de antesala del Festival de Cine), con una cita musical y reflexiva, con más espacio para el análisis y la contemplación que para el baile o el desenfreno. McEnroe y Maika Makovski llevaron sus personalidades sonoras, ambas basadas en las identidades de los vocalistas, al la Sala 1 del Cine Albéniz, convertida en escenario para la ocasión. Las dos bandas mostraron su amor incondicional al séptimo arte al que se han vinculado en más de una ocasión, dando lugar a un arranque del MAF íntimo, recogido y con tiempo de sobra para la poesía cantada, tanto en castellano como en inglés.

Los encargados de romper el hielo fueron McEnroe, llegados a Málaga desde Getxo. El conjunto, liderado por Ricardo Lezón, actuó en formato dúo: el vocalista a la guitarra española y Jaime Artetxe al teclado y la guitarra eléctrica en una dicotomía casi perfecta. «Es la primera vez que tocamos las canciones de 'La distancia' (último disco de la banda) así, tan desnudas, que en el fondo es cómo nacen», confesó Lezón, tímido como de costumbre.

Lezón y Artetxe, de McEnroe, durante la actuación de anoche en el Albéniz. / FERNANDO TORRES

El resultado de la aventura fueron 45 minutos de conexión contínua con los asistentes, sin artificios. Una oportunidad perfecta para escuchar la misteriosa voz de Lezón, diseccionar sus letras y dejarse conmover por lo arreglos simplificados, ejecutados con maestría por Artetxe. McEnroe es uno de los iconos de la música independiente nacional, y gran parte de su secreto está en las letras, que ofrecen una interpretación exhaustiva y desgarrada de las relaciones amorosas, de los vaivenes que interponen las relaciones y de los cambios que acompañan a los sentimientos encontrados. «Incluso en la hora más oscura puede aparecer la electricidad», cantó Lezón con los ojos cerrados, semioculto bajo su inseparable gorra.

Cuando llegó el turno de Maika Makovski –tras una pausa que se hizo ligeramente larga–, el público ya estaba pegado al asiento, pero la cantante de ascendencia macedonia y andaluza tenía un as guardado bajo la manga: arrancó el concierto con 'Canada', un grito sin límites con el que la cantante dejó claro que ella sola se basta y se sobra para hacer temblar el escenario. «Es la última vez que arranco un concierto con esta canción, ahora volvemos al 'rock and roll'», dijo Makovski.

Tras esta declaración de intenciones se ató una pandereta al pie derecho y se lanzó al 'boogie' de 'Places were we use to sit', un canto gamberro en las antípodas del despecho, una especie de corte de mangas al desamor lo más lejano de la melancolía posible.

La cantante se mostró cercana con el público –el formato acompañaba y la atmósfera también–. Ofreció a varias personas que se subieran al escenario por si querían ver la actuación «desde otra perspectiva», y continuó con naturalidad desgarrando sus canciones, haciendo gala del mayor instrumento que tiene a su disposición: su poderosa voz (aunque demostró una gran soltura a los mandos de su Fender Telecaster, un sonido fundamental en su música).

El final del concierto, tradición de las galas inaugural del MAF, llegó con una versión de una canción cinematográfica, única petición de la organización a los artistas invitados. 'El último unicornio', tema que compuso Lezón para 'Los amores cobardes', cinta de Carmen Blanco –que pasó por el Festival de Málaga–, sonó a dos voces para que las dos bandas mostrasen su amor musical por el cine –en una de las pocas veces que Makovski ha cantado en castellano–.

F. Torres

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