La hemeroteca tendrá que ser rescatada para dar cuenta de tanta irresponsabilidad ciudadana y de tanta negligencia sanitaria
Porque están los muertos, porque están las UCIs desbordadas, porque están los sanitarios, los basureros, los trasnportistas, los agricultores, los periodistas haciendo su trabajo a la contra y a la desesperada, porque es tiempo de construcción, porque hay que dar espacio a lo solidario, a la entrega, al coraje, a lo mejor. Por eso y por unas cuantas cosas más, conviene aplazar el ajuste de cuentas. Porque están los aplausos, y hay que insistir en ellos, no están las cacerolas haciendo de cencerro ni fomentando la ira. Porque nada de este caos es premeditado ni responde a un complot, ni siquiera a la indiferencia, hay que aplazar la indignación. Pero no hay que aplazar ni abandonar la memoria. Y si la hemeroteca ha sido siempre el peor veneno de los políticos del plazo corto y del digo Diego, la hemeroteca tendrá que ser rescatada, paso a paso y día a día, para dar cuenta de tanta irresponsabilidad ciudadana y de tanta negligencia sanitaria. Desde Pedro Sánchez a Fernando Simón, pasando por las risotadas de Abalos en el Congreso con 4.000 muertos y por las ministras vocingleras que todavía en marzo consideraban que el peor virus eran el machismo y la cobardía de quedarse en casa y no ir, codo con codo, a manifestarse.
Memoria y responsabilidades. No ensañamiento ni virulencia, pero sí proporcionalidad y firmeza a la hora de exigir, desde la política o desde la base ciudadana, respuestas. Respuestas que estén a la altura de lo que está sucediendo. No más política de regate, de tú más, de confusión y fuga para huir de la realidad y pasar a otra cosa. De lo que aquí está sucediendo y de lo que va a suceder no se puede huir. Si esos descerebrados que anteayer estaban aquí, en Miraflores, tomando copas en un bar, van a pagar su irresponsabilidad, justo es que se pague por tanta falta de previsión, por tanta inconsciencia. Precisamente porque quienes nos gobiernan no son unos pelanas que anteponen tomarse unas cañas a la salud, a la vida, de los demás. Pero en este momento sí, cohesión, unidad, aplazamiento de la deuda que este Gobierno ha contraído con su ciudadanía, con sus conciudadanos. Es buena la actitud de Pedro Sánchez no queriendo responder a los desmanes de Torra -a quien desde luego hay que anotar en la cabecera de aquellos a los que habrá que pedir cuentas por su extrema miserabilidad- ni a las críticas del resto. No quiere desaprovechar ni un segundo de tiempo ni un ápice de energía en esas cuestiones, ahora baladíes, porque lo importante es detener el avance del virus y paliar sus efectos. Por desgracia, no podrá recuperar el tiempo perdido. Ni el sufrimiento, ni los muertos. Antonio Soler
Memoria y responsabilidades. No ensañamiento ni virulencia, pero sí proporcionalidad y firmeza a la hora de exigir, desde la política o desde la base ciudadana, respuestas. Respuestas que estén a la altura de lo que está sucediendo. No más política de regate, de tú más, de confusión y fuga para huir de la realidad y pasar a otra cosa. De lo que aquí está sucediendo y de lo que va a suceder no se puede huir. Si esos descerebrados que anteayer estaban aquí, en Miraflores, tomando copas en un bar, van a pagar su irresponsabilidad, justo es que se pague por tanta falta de previsión, por tanta inconsciencia. Precisamente porque quienes nos gobiernan no son unos pelanas que anteponen tomarse unas cañas a la salud, a la vida, de los demás. Pero en este momento sí, cohesión, unidad, aplazamiento de la deuda que este Gobierno ha contraído con su ciudadanía, con sus conciudadanos. Es buena la actitud de Pedro Sánchez no queriendo responder a los desmanes de Torra -a quien desde luego hay que anotar en la cabecera de aquellos a los que habrá que pedir cuentas por su extrema miserabilidad- ni a las críticas del resto. No quiere desaprovechar ni un segundo de tiempo ni un ápice de energía en esas cuestiones, ahora baladíes, porque lo importante es detener el avance del virus y paliar sus efectos. Por desgracia, no podrá recuperar el tiempo perdido. Ni el sufrimiento, ni los muertos. Antonio Soler
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