En Twitter se comenta el fin del mundo
y mientras tanto yo voy a lo mío:
escribo un poco, leo y desafío
esta hora; este minuto; este segundo
lento que ya contagia, nauseabundo,
el siguiente con tedio y con el frío
peso de no llenar este vacío
con palabras. Podría ser fecundo
si no estuviera atento a las noticias
o a las redes sociales ponzoñosas
que inundan el teléfono, que llenan
mi cabeza, que duelen, que desquician
(y no puedo escribir sobre estas cosas).
(Y así se pasa el tiempo en cuarentena.)
Ben Clark
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