Cuando todo esto acabe, podremos hablar como el replicante de Blade
Runner, acerca de las cosas que hemos visto que «vosotros no creeríais».
Ah, los jóvenes nos vengarán y darán sus chapas de abuelos cebolleta
sobre estos días que atravesamos. La convulsión en la política española
cumple el brillante plano de Rutger Hauer: «naves de ataque ardiendo más
allá de Orión», y no es difícil saber cuáles. «Rayos C brillar en la
oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser». Los planetas políticos se
realinean estos días y los espacios se confunden, se abren, se
deshabitan. El punto de inflexión es la abstención del PSOE para dar el
Gobierno a Mariano Rajoy. La batalla de la izquierda, ya desencadenada,
se recrudece.
Se vio en el debate de la comunidad, como se ve en cada
pleno del Parlamento andaluz, en los que vuelan navajas entre PSOE y
Podemos. Ayer, en la investidura, el gran duelo entre Rajoy y Pablo
Iglesias orilló a un PSOE con portavoz accidental, sí, pero dio pistas
evidentes de cuánto le va a costar a los socialistas mantener sus
posiciones como líderes de la oposición.
Pero aparte de la pugna del PSOE contra Podemos, y la de éste por
sustituir al primero, hay un interesante movimiento en el bloque de la
izquierda de la izquierda, y no es una errata, convencidos ahora más que
nunca de que es posible sustituir al gran partido del puño y la rosa en
su segmento. Existe, dicen todas las encuestas, un 20% de votos que
abandonan a los socialistas después de que éstos abjuren del 'No es No'.
Ahí se ventila ahora la gran partida entre Iglesias y Errejón, que
parece inclinarse claramente hacia el primero, pero también se juega su
supervivencia Unidos Podemos. Sólo con PIT (Pablo Iglesias Turrión)
tendrá continuidad.
Pero Izquierda Unida no se conforma con colgarse del partido 'del
coleta' y, lejos de plantearse la disolución, trabaja por agrandar su
propio espacio y así llegar más fuerte a la renovada confluencia. Tiene
posibles. Sobre todo su conexión con el movimiento obrero, donde puede
conseguir muchos de esos votos del 20% de indignados con la actual
dirección socialista. Podemos está pez en cuestión de sindicalismo, más
allá de Ustea, el sindicato de enseñantes de donde procede Teresa
Rodríguez. Estos movimientos están siendo visibles. No sólo una mayor
presencia de los líderes en las protestas, también un aumento de las
mismas, en línea con ganar «la calle y las ideas», como ha dicho Antonio
Maíllo, coordinador general andaluz.
Para mí que los analistas de San Telmo, que tienen siempre encendidas
las luces largas, saben de esta brecha que se les abre, la temen y la
intentan conjurar con ataques nada subliminales a sus antiguos socios.
La acritud con que viene despachando Susana Díaz a Maíllo es llamativa,
como lo es la importancia que se le da a las intervenciones de éste
quien, con su escasa minoría, recién recuperado de su cáncer de
estómago, parece multiplicarse para ensanchar su ventana de oportunidad.
Lalia Gonzalez
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