Los candidatos demuestran que el principal problema del PSOE no son las primarias, sino la promoción del talento.
Escuché el otro día unas declaraciones a José Bono en las que venía a responsabilizar a los procesos de primarias para la elección de candidatos, al menos parcialmente, de la escisión y confrontación que atraviesa actualmente el PSOE, metido en un callejón del que parece no saber muy bien cómo salir. El ex ministro dijo algo así como "Zapatero me ganó en un Congreso y fue una victoria limpia. Es importante asumir las derrotas y trabajar a partir del día siguiente por el partido". Es muy posible, ciertamente, que el tiro por el que los socialistas presumían de demócratas a la hora de escoger a sus figuras les haya salido por la culata: por querer parecer más demócratas que nadie se han visto ahora en una situación que nadie quería, lo que seguramente viene a delatar cierta nostalgia de las manos firmes, las cabezas pensantes respetadas y unívocas y los procedimientos en línea recta, lo que, bien pensado, no tiene que ser necesariamente contrario a una elección democrática. El PSOE ha asimilado que la sociedad española no iba a interpretar bien un principio de autoridad en estos tiempos, pero desde luego quienes votan a Rajoy no tienen ningún problema. Seguramente porque lo que quiere saber el que vota es qué y a quién está votando. Y si es posible, con garantías de que el voto no se va a volver en su contra.
Pero la terna de candidatos a hacerse con los mandos del PSOE demuestra que el principal problema del partido no son tanto las primarias (que en realidad vienen a resolver muy poco, a tenor de quienes terminan aspirando a la victoria) sino la promoción del talento. No sería descabellado considerar, ni mucho menos, que en un partido de semejante tradición y de bases tan amplias haya personal con ideas válidas y oportunas para España. Y todo dentro de la socialdemocracia más pulcra, que conste, no vaya a ofenderse nadie. El quid es el modo en que ese talento se queda por el camino, bien por propia incapacidad, bien porque en el fondo aquí el talento le importa al personal un pito, a la hora de presentar a un PSOE con aspiraciones. Decía José Bono, en consonancia con otros barones, que su opción era Susana Díaz porque ella sí quiere ganar. Y, bueno, es un motivo; pero ganar en España con la carta de presentación de Andalucía, donde política ha habido poca, y soluciones menos, tampoco significaría que digamos el revulsivo que necesita el país.
Total, que al callejón sigue sin vérsele un huequito por donde se cuele la luz. Digo yo que estarán cansados los militantes de votar siempre a los mismos. Los electores de las próximas generales, ni les cuento.
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