El sello de la Junta desprende cutrerío: no hacen más que lucirse últimamente. La tremenda situación vivida por un paciente al que le dio un ictus en una sala de espera de Antequera y sin que nadie le echara cuentas durante cinco horas pertenece a un mundo que no debería ser el nuestro. Este suceso se suma a la saturación de las Urgencias en los hospitales: en losde Málaga capital el caos es permanente. La negligencia administrativa adquiere extremos como los de esos pacientes que esperaron durante 24 horas para ser atendidos, que se dice pronto, o el que estuvo 70 horas con una sepsis esperando un traslado a planta. En la tarde del 25 de diciembre en uno de los hospitales malagueños dos doctores y un enfermero atendieron a 243 pacientes. En el servicio de pediatría en Churriana un doctor descubrió que tenía 100 usuarios asignados en el mismo minuto. Esto no es sólo por culpa de la gente que va a Urgencias por un resfriado. Morirse desatendido en la sala de espera de un hospital es una consecuencia de la quinta modernización: el Servicio Andaluz de Salud es para Susana Díaz «la joya de la corona», pero hoy en día su gestión funciona como una estupenda publicidad para que nos pasemos a la privada. De qué sirve que puedas tocar el saxofón mientras te operan de la cabeza si luego vas a quedarte tieso en una sala de espera. La Junta se está cargando la concepción que tienen los ciudadanos de los servicios públicos de la manera más brutal, porque esta aniquilación se produce por su propia incompetencia. Ni a la derecha le sale tan bien.
Los asuntos relacionados con la salud son los más graves porque la vida se va en ellos, pero no es el único aspecto en el que la Junta demuestra su talento. El funcionamiento del Museo de Málaga ha resultado ser un auténtico churro, y no precisamente por ausencia de dirección. Pero es que en la Junta sobran altos cargos y faltan médicos, enfermeros, profesores, trabajadores a pie de calle liderados por expertos con capacidad de decisión, no politicuchos de tercera a quienes se les otorga un cargo impronunciable para que controlen algo de lo que no saben, como moneda de cambio o para mantenerle nutrido. Lo único que conocemos relacionado con la Junta que suena bien hoy por hoy es el Museo Picasso Málaga, y está claro que su gestión es un anexo que poco tiene que ver con las maneras típicas de la Administración andaluza.
Lo ponen todo a huevo para no repetir. La oposición tendría que ser más activa en todo esto y la presión de Ciudadanos debería ser mucho mayor. Mientras tanto, los aguerridos militantes, votantes o simpatizantes socialistas sólo pueden sentirse avergonzados cada vez que sale una noticia sobre la mala gestión de los servicios básicos. Con este panorama y si las cosas no cambian va a resultar difícil votarles. 24 horas en Urgencias. Vaya plan.
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