sábado, 23 de junio de 2018

La noche más larga ...por Pablo Aranda


No es cierto que esta noche sea la más corta del año
Hoy es la noche más corta del año aunque depende. Como tu hijo adolescente diga me voy a saltar júas y ya si eso me tomo un vaso de sangría pero sólo uno si yo nunca bebo, entonces la más corta de qué. Antiguamente las madres esperaban despiertas a que sus hijos regresasen a casa tras cruzar la noche, que es la selva. Los padres tenían esa capacidad de roncar, convirtiendo la casa en otra selva, al menos en cuanto a efectos auditivos. Las casas son ahora más chicas que antes y ya no hace falta esperar levantados porque al abrirse la puerta casi roza con la cama. Los padres se han incorporado a los desvelos y los hijos e hijas siguen sin beber, porque nos hacemos los tontos y aceptamos la selva. Ayer mismo salieron en libertad provisional los miembros de La Manada, que actuaban en la noche oscura. En todo esto quiero encontrar algo positivo y quizá sea que tanto ocupar titulares y protestas hacen que el recorrido del debate sea mayor, y que los buenos lobeznos puedan aprender que no todo vale. Un vendaval de solidaridad ha barrido la negra noche y somos más propensos, o somos más los propensos, a decir no. Llevaban dos años en la cárcel y uno de ellos, que es agente de la Guardia Civil destinado en Pozoblanco, donde tiene con tres de sus compañeros de manada otro juicio pendiente por agresión sexual, ha tenido durante este tiempo una hija. La hija del miembro de La Manada será una monada, porque los niños y las niñas son una monada hasta que dejan de serlo. Me asusta la noche y me asustan los niñatos cargados de poder físico y, en muchos casos, de impunidad.


La playa mañana será una alegría y a lo mejor ni se nota la excavadora que cayó al mar. El miembro de La Manada en libertad provisional que ha tenido una hija a lo mejor va un día a la playa y jugará con su hija, la cual tiene un padre que es miembro de La Manada y que podrá creer de mayor los eufemismos que invente para defenderse, que inventen para ella, y aceptará o no. Su padre tal vez la espere levantado en noches futuras y en los cumpleaños de su hija dentro de nueve años brindará y reirá bromas pero a lo mejor ya no todo tipo de bromas. Después de otros nueve años su hija tendrá dieciocho años y ya habrá sentido las miradas que tantas adolescentes sienten. Un bar de copas, un callejón de una ciudad en fiestas, está llena de ojos y sonrisas y también de colmillos. No siempre es fácil distinguirlos y mucho menos resistir un ataque en grupo. La noche más corta del año es demasiado larga. Lo bueno es que mañana por la mañana la ciudad será mía y las playas tardarán en llenarse. Buscaremos un hueco entre los tristes restos de la diversión. Nos zambulliremos y tal vez nos golpeemos la cabeza con la excavadora.
Pablo Aranda
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