Vote sin complejos al partido que le apetezca. También tiene la posibilidad de ajustar cuentas con la clase política. Y si la manera de hacerlo es abstenerse, pues hágalo. En libertad. Es su momento. No se sienta mal. Hay una corriente que quiere imponer el axioma de que si no se vota después no hay derecho a quejarse. ¿Dónde está escrito eso? Que no olvide nadie un pequeño detalle: votar es un derecho, no una obligación. Y nadie puede inhabilitarlo para criticar en el momento que considere y contra quien considere lo que le venga en gana. Sean libres. Estamos en España.
Javier Recio
Diario Sur
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