jueves, 9 de noviembre de 2017

Físicamente, moralmente ... por José L. Malo

Cómorl? ¿Cómo que Don Chiquito de la Calzada tiene pupita? ¿Qué le pasa austé? No puedo, no puedo creérmelo. Escúchame, cobarde, te habla un hombre blanco: que sea la última vez que tiene que ir la meretérica a tu casa, ¿te da cuen? No te digo trigo por no llamarte Rodrigo, así que ¡al ataquerr! y ponte bueno pronto para decirle al hospital hasta luego, Lucas.

Ya sé que estás en una edad de tener cuidadín, pero tu sitio no es ese. Allí le das la mano al mismo dos o tres veces. Tú tienes que darte esos pedaso de paseos por la calle Rogé de Fló cantando "siete caballos vienen de Bonanza". Vamos a rezar todos por que el doctor Grijando, que es un torpedo de persona, te cuide el diodenar de abajo y te quite los hamatomas para mandarte a casa después de los dolores. Porque cuando tú estás bien, nos sentimos tan afortunados, tan afortunados, quemejón de tené línea en la mano, tenemos bingo. Así que, por favor, relájase usted y ponte bueno para volver al espectáculo, que últimamente trabajas menos que el sastre de Tarzán. Dile al hombre malo de la pradera que es un fistro de animar y que aún no ha llegado tu hora, por la gloria de mi madre.



Todos tenemos días de lago negro y días de lago blanco. Pero saca tu lado bravido, tú eres fuerte, cinturón negro de kárate, y te mueves más que los precios, así que sigue haciéndolo, hijo mío, ¡y no te quedes quietorl! Y si ahora te faltan fuerzas, nosotros te mandamos todo el apoyo: a guan, a peich, a gromenauer. Porque nos has dejado un diccionario propio, un estilo de vida. Y gracias a ti, en vez de una etiqueta de Anís del Mono tenemos un graduado escolar en humor.

¡Jarl! Ya sé que tienes más años que un bosque y que estás sesperado de la vida por ser uno que va a reencontrarse con Pepita, ese fistro de bambina, pero te necesitamos físicamente, moralmente. Sin ti somos unos torpedos y lo vamos a pasar peor que un pollo en agosto. Pero también te digo una cosa, Don Gregorio: si está llegando tu hora, muchas gracias por cambiarnos la vida. Y no te preocupes por ese momento, que aunque ese día me viá cagá en tus muelas, una mala tarde la tiene cualquiera.

 José L. Malo

Ilustración : Andrés Merida

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