En ocasiones la naturaleza se alía para concentrar todos sus dones en seres que reclaman su derecho a ser únicos. Pero incluso, ni en estos casos, por más ingenio, talento o belleza que atesoren, consiguen alcanzar el indulto. Dos mil dieciséis aún no ha terminado pero ya ha escrito en su agenda varias fechas funestas para los amantes de la música. La semana pasada le tocó el turno al genio de Minneapolis y ni siquiera Purple Rain pudo salvarle de rendir cuentas. Nos pilló de sorpresa, como suele ocurrir cuando muere un inmortal, para colmo ocurrió en abril, sólo nos faltó que nevara. Me hubiera gustado verle por lo menos una vez más, este verano, en su gira europea, hubiera calmado mi ansia simbólica, pero no, he tenido que conformarme con las dos veces que visitó Marbella, situándose el concierto de 1998 como hito en la lista de sucesos inolvidables de mi vida.
La ausencia de estos seres metafísicos plantea un problema cultural similar al generado en el ecosistema por el agujero de ozono, nos quedamos desamparados, sin protección y el oxígeno se nos escapa. Puede parecer algo exagerado, pero comparto plenamente lo que defiende la escritora donostiarra Luisa Etxenike: 'La cultura no es una actividad del tiempo libre; es lo que nos hace libres todo el tiempo”. En esta línea, la escritora vasca, es una pionera de la ecología lingüística que lucha contra la desertización del lenguaje, el arte y la creación intelectual. Denuncia la sequía y maltrato que está sufriendo el lenguaje. Sólo basta con imaginar lo qué hubiera sido de la música en este país si no hubiera existido Santiago Auserón.
Y ahora llega ella, Silvia Pérez Cruz, una joven de belleza helénica, que nació bajo la conjunción de lo excelso y que lejos de refugiarse en esa atalaya de los elegidos, no ha parado de buscar respuestas en todas las músicas para encontrar lo que de ellas hay en su interior. No ha dejado rincón sin explorar, del jazz ha tomado su improvisación y armonía, del flamenco su pasión y misterio, del fado todo lo que ya era suyo y entre habaneras se ha movido cómodamente para conectar con su lado más sociable. Independientemente del estilo, su voz ha conquistado todos los registros, que han pasado a formar parte de ella y navega con ellos hacia un destino común.
En esta ocasión, la compositora multiinstrumentista llega a Málaga con el Festival de cine, acompañando a la última película de Eduard Cortés, 'Cerca de tu casa', donde además de haber compuesto la banda sonora de la misma, también es la protagonista de una historia que nos recuerda que 'nadie tiene un hogar seguro' (Nulli certa domus). El próximo domingo, día de la madre, el Teatro Cervantes será testigo del estreno de su último disco 'Domus', una bofetada con guante de terciopelo, que suena a canción de amor mientras sus letras denuncian la desgarrada realidad que venimos sufriendo desde que empezó la crisis económica. La artista ha conectado con la voz del pueblo en este disco, lo cuál no era un camino fácil, pero tampoco lo es llegar a las estrellas "
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