No hay concesiones. Ya en la primera escena de Doctor Strange (Doctor Extraño) el director Scott Derrickson invita al espectador a jugar, a abandonar en otra dimensión los prejuicios y las ideas preconcebidas y acceder al multiverso, donde la evocación y el sueño se pueden tocar y transformar, un lugar (¿o son infinitos?) en el que la mente se deja arrastrar gustosamente a mundos desconocidos para acabar alcanzando esa "magia del cine" que se sentía tan fácilmente en el pasado y parece tan difícil de capturar conforme se cumplen años.
Y a todas estás... ¿Quién es el Doctor Strange? Pieza fundamental para el funcionamiento del Universo Marvel desde que debutara en Strange Tales # 110 USA (1963), pese a poseer el rango de Hechicero Supremo en las viñetas, hasta que se anunció su película llevaba 20 años sin colección propia. Hechizos como las Bandas Escarlatas de Cyttorak o los Siete anillos de Raggadorr sólo se conjuraban de manera episódica en series limitadas (algunas de gran calidad, como El Juramento) o allá donde el buen doctor ejercía de invitado especial.
No parecía un punto de partida muy excitante para que Marvel Studios levantara una película sobre su persona. No era raro que si alguien se atrevía a portar su capa de levitación, su ojo de Agamotto o sus mallas negras en un Carnaval o un Halloween, el resto de mascaritas lo confundiesen con el Príncipe de Beukelaer. Pero la productora comandada por Kevin Feige parece dispuesta a hacerse con el monopolio de los blockbuster y no quiere dejar ningún genero popular sin transitar. Y en las veneradas hazañas del Maestro de las Artes Místicas ha logrado encontrar un nuevo camino para engrandecer su imperio.
Los alucinógenos mundos creados por Steve Ditko no faltan en la película.
Con un 3-D que por una vez logra que el espectador no se salga de la película pensando que está viendo una película oscurecida, no es difícil imaginar a Feige, susurrando a Derrickson: "Toca confundir al enemigo. Agarra todo este dinero y, humor aparte, haz una película que no parezca de Marvel Studios".
House, Karate Kid, Rocky, Indiana Jones y James Bond se dan de la mano a lo largo de un ajustado metraje que no reniega en ningún momento de su condición de película de origen. Presenta a un personaje nuevo para el público potencial mientras mima al aficionado con múltiples detalles que no frenan la trama.
Benedict Cumberbatch se hizo con un papel por el que suspiraba medio Hollywood. Y está inmenso, disfrutando de su condición de estrella encargada de atraer a ese espectador que reniega de las películas de superhéroes, viendo en las peleas entre tipos en mallas un canto a la tecnocracia sin chicha intelectual a la que aferrarse.
Tilda Swinton cumple en el controvertido papel de 'El Anciano'.
La trama no ignora la profunda carga espirtual del personaje, sino que la abraza, mezclando orientalismo y New Age sin rubor (memorable el guiño a Aldous Huxley), con un Michael Giacchino imperial, capaz de dotar por fin a Marvel Studios de una maravillosa banda sonora que no sería extraño ver entre las candidatas a ganar el Oscar.
La otra cuanta pendiente de la compañía, la de los villanos, no logra alcanzar el sobresaliente pese a la sugerente presencia de Mads Mikkelsen, pero cuenta con un as en la manga que ocultamos al lector para no incurrir en los caminos del spoiler. Una sorpresa que funciona, ¡vaya si funciona! Chiwetel Ejiofor, Rachel McAdams y Tilda Swinton, por su parte, logran sacar adelante sus papeles con honra, especialmente la segunda, marcada por el cambio de sexo de un personaje que al menos en versión original subtitulada, sufre del mismo problema con la traducción que (erróneamente) dejó en inglés el apellido del protagonista.
El Doctor Strange/Extraño, en su sancta sanctorum del 177A de Beecker Street.
En el campo de los efectos especiales, la tecnología vuelve a crear la sensación de "no tengo ni idea de cómo han hecho eso". La Nueva York rotante no puede evitar las comparaciones con el filme Origen de Christopher Nolan. Pero su presencia en los tráilers buscaba el engaño. El lisérgico mundo de Steve Ditko, creador gráfico y espiritual del personaje (redondeado por los guiones de Stan Lee) también está presente, pero resguardado de los avances de la producción, esperando a los que pagaran la entrada. Y es una delicia.
Por lo tanto, cuando el Doctor Stephen Extraño mira al icónico ventanal de su sancta sanctorum en el 177A de Bleecker Street dejando tras de sí una película con un guión que funciona como un reloj, el truco de magia de la película queda al descubierto. Y por si hay algunada duda, las dos escenas postcréditos inciden en ello: Marvel Studios, ha dado vida propia a un personaje que parece ajeno a su Universo Cinematográfico. Ha regalado a los incautos la primera dosis de una droga nueva, de diseño. Pero hay trampa. Si el catador quiere más Doctor Strange, tendrá que verlo interactuar con el resto deidades y superhéroes. Tendrá que aceptar entrar en esa amalgama de grandes mitos donde toda creencia es astutamente aceptada y representada.
Y a fin de cuentas, se entre o no por el aro marvelita... ¿Qué hay de malo en sentir de nuevo ese placer culpable de salir del cine imitando los molones movimientos del héroe de la película?
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