Susana Díaz y el resto de barones críticos se han salido con la suya, pero han dejado en esta operación de acoso y derribo un PSOE totalmente dividido e inmerso en un gran descrédito tras una semana repleta de traiciones, algaradas, artimañas y comportamientos antidemocráticos que bien podrían entrar dentro del golpismo político más burdo.
Un suicidio político en toda regla con el único objetivo de facilitar la investidura de Mariano Rajoy, que consumarán a dos manos el presidente de la Comisión Gestora, Javier Fernández, y Eduardo Madina, que será a buen seguro el nuevo encargado de manejar al Grupo Parlamentario Socialista hasta llevarlo a la irrelevancia.
Estos dos socialistas, muy significados en el descabezamiento de Pedro Sánchez, son los elegidos en esta ocasión por Susana Díaz para prepararle la alfombra roja de cara al próximo congreso federal, cuya convocatoria se retrasará entre seis meses y un año: el tiempo suficiente para que la militancia se olvide del bochornoso espectáculo protagonizado por sus dirigentes y encaje que ya no va tener ni voz ni voto en el entierro.
A ver si Fernández y Madina le salen buenos muchachos y cumplen el papel que Susana Díaz le tenía asignado a Pedro Sánchez.
Más allá de que Pedro Sánchez es el claro perdedor junto al propio PSOE de este golpe político y que Susana Díaz se ha adueñado por fin del partido, lo sucedido merece algo más de análisis, un ejercicio de luces largas.
Vamos a ello. Pese a la derrota, Pedro Sánchez goza ahora mismo de las simpatías de la inmensa mayoría de militantes y votantes y podría, sin ningún género de dudas, presentarse a las primarias a secretario general si las convocan, que eso está por ver.
Por su parte, Susana Díaz ha ganado pero se ha dejado con esta operación gran parte del tirón político que se le suponía. La jugada ha sido tan chusca que, sin ninguna duda, ella forma parte de ese sargento figurado a quien José Borrell atribuyó el golpe político.
Si a eso añadimos la imagen ofrecida por algunos otros dirigentes socialistas andaluces –en especial por Verónica-Única-Autoridad-Pérez-, Susana Díaz no debe estar muy contenta pese haber conseguido echar a Pedro Sánchez.
Va a necesitar mucho más que ese apoyo mediático de pago que ha recibido hasta ahora para reflotar su imagen. Y si ese respaldo viene del periodismo de derecha más rancio, que aplaudió con las orejas el regreso del PSOE a posiciones más centristas –eso por no decir entreguistas-, apañada va la lideresa andaluza.
Al resto de barones críticos –Fernández Vara, García-Page, Ximo Puig, Lambán y el propio Fernández- se les puede aplicar el mismo cuento: lo tienen crudo.
Pero en el campo de batalla yace sobre todo la militancia socialista, que con Pedro Sánchez era dueña y señora del PSOE y que a partir de ahora tendrá la duda razonable de no saber si en el accionariado del partido han entrado por la gatera pero con mando en plaza destacados empresarios del Ibex 35 y editores con tentaciones de mandar en Ferraz. Es decir, los mismos que han avalado –y han aliñado- el golpe político contra Pedro Sánchez y a favor de la investidura de Mariano Rajoy.
A todo esto, Unidos Podemos, que estaba empezando a perder aceite por el no de Pedro Sánchez –algunas encuestas ya lo recogían, pero ni han salido ni saldrán-, puede hacer su agosto este mismo mes a partir de que el nuevo PSOE se entregue en manos de Rajoy. La fuga de votantes de izquierdas del PSOE a sus filas puede darle el ‘sorpasso’ que tanto ha perseguido.
Si aparcan las carajotas, se colocan unas corbatitas y se ponen a gestionar –la limpieza de Madrid es más que urgente-, lo tiene al alcance de su mano. Que aprendan del alcalde de Cádiz, que este verano lo ha bordado.
Por último, en este suicidio socialista, los grandes perdedores han sido también la mayoría de los medios de comunicación, que han mostrado una debilidad editorial directamente proporcional a sus problemas financieros.
El País, descalificando e insultando a Pedro Sánchez, ha tocado fondo y se ha sumergido en un doloroso descrédito. Su último editorial reclamando ahora unidad a los socialistas es un acto de cinismo.
Y La Sexta, convirtiendo la política en una especie de espectáculo futbolístico de minuto y resultado al más estilo García Ferreras –es decir, sin informar ni del minuto ni del resultado sino de que Pedro Sánchez metió el gol en fuera de juego y sobornó al árbitro- y asesinando la objetividad a base de macutazos, ha matado la buena estrella que tenía.
En fin, no digo yo que hagan falta medios de izquierdas, que lo digo, pero me conformaría con un gran periódico en papel y una gran televisión que escaparan al control del Gobierno para que nuestra democracia superara esta enfermedad del discurso único, del sí gwana, que también ha atrapado al PSOE.
PD: (1). Por cierto, Mario Jiménez, que insultó a Pedro Sánchez en un Comité Federal acusándolo de insultar la memoria de los socialistas asesinados por ETA, forma parte de la Comisión Gestora. Un gran guiño a la fraternidad y a la unidad, ¿no?
(2). Teniendo en cuenta que la Comisión Gestora es monocolor, la unidad debe pasar por cohesionar al PSOE a base de empujones y amenazas con indirectas al estilo Gila.
(3). Por último, a ver si el Gobierno andaluz empieza a ocuparse ya de Andalucía. Como es sabido, hasta ahora no lo hacía por culpa de Pedro Sánchez. Ya no hay excusas.Jorge Bezares
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