lunes, 18 de septiembre de 2017

Diez ideas para resucitar la Bienal de Flamenco de Málaga ... por Francis Marmol.

1.- Cambiar la institución que la impulsa o pasar a un formato itinerante comarcal. Desde los tiempos de su impulsor, Salvador Pendón, ex presidente de la Diputación de Málaga este evento cuenta con el principal impulso de la Diputación. El hecho de que sea el ente supramunicipal el que la proyecte le obliga a salir a los pueblos. Esto supone perder público potencial y directamente rentabilidad porque hoy día sigue siendo el turista cultural, más de litoral, mejor comunicado, el que llena los aforos de este tipo de eventos (véase Bienal de Sevilla o Festival de Jerez). Las dos opciones posibles para salir de este callejón son que el Ayuntamiento de Málaga la haga propia, lo que también facilitaría la concentración de la actividad (Teatro Cervantes-Echegaray etc) o que pase a ser una bienal itinerante. Esto último ya lo propuso Ortiz Nuevo en sus últimos meses como director de la Bienal malagueña pero se canceló la prevista de 2009, que estaba pergueñada para Antequera. Se podía hacer girando sobre cabeceras de comarca (Ronda, Marbella, Vélez etc). Esto facilitaría el efecto concentración y seguiría cumpliendo con el hecho de que un evento cultural auspiciado por la Diputación tiene que tener salida obligatoria a la provincia.

2.- Concentración temporal y en temporada baja. Es toda una quimera querer que un mismo público vaya un día a ver un espectáculo en Nerja y a la semana siguiente a Archidona a lo largo de todo un año. Aunque se separe temporalmente ese público no tiene tantas facilidades de desplazamiento. Se pierde foco. Hay que concentrar en Málaga y en dos o tres semanas. O en su defecto apostar por hacerlo girar alrededor de cabeceras de comarcas. De otra manera no se proyecta con fuerza y se pierde el efecto del evento acontecimiento que inventaron en Sevilla en 1979. El turista cultural puede así pillar vuelos con antelación con sede fija en un hotel y hacer pequeños desplazamientos para disfrutar de estas actividades. Si no todo se fía al público local, que ya tiene las peñas y otros que le regalan el flamenco de una manera nefasta para el negocio el resto del año. En Málaga hay una temporada baja que requiere de atracciones de este tipo para combatir la estacionalidad, octubre-noviembre o abril-mayo son dos épocas muy favorables. La gente tiene que entrar en teatros y en tiempo de playa no va nadie a ellos. La dispersión temporal juega en contra.

3.- Presupuesto superior. En Málaga no puede haber ciento y un museos que cuestan millones de euros a las arcas de lo público y tener solo 250.000 euros de presupuesto cada dos años para flamenco, que es lo que en teoría sabemos que cuesta. El Ayuntamiento capitalino, por su parte, no puede escaquearse para hacer dos cositas al año y tener a los turistas reclamando flamenco sin saber dónde ir. Excusados en que hay una Bienal. Hay que tener una programación periódica que fije a los públicos y acabará siendo rentable. La Diputación demostró entre 2005 y 2011 que había ciclos comos Los Jueves Flamencos (Centro Cultural Provincial) que con una pequeña entrada generaban público, se repetían llenos consecutivos, para luego esas fechas señaladas de la Bienal volver a llenar. Hay que mantenerlos todo el año. Podrían llegar a ser autogestionables con pequeñas aportaciones de infraestructuras escénicas. No puede Málaga decir que apoya al flamenco con esta ridícula aportación de lo público. Que tomen nota los flamenco locales y levanten su voz. En Sevilla la aportación municipal supera el millón de euros, sólo para la Bienal. No podemos compararnos.
4.- Rentabilidad social con la presencia de artistas locales. Hay algo que se escapa a la mentalidad del político sobre la apuesta pública por programaciones de flamenco. La inversión es doble. No es sólo apostar por cultura, que tiene su tirón turístico y su más que probable rentabilidad añadida, sino que además al artista que se alimenta es a un artista de cercanía. No es un festival que exporte a demasiados participantes. No es un festival de tango. En una programación flamenca consigues que ese artista sea el local (que debería rondar el 50% en el de Málaga y no llega ni de lejos en cuanto a presupuesto en esa territorialidad) y sumas el componente social. Ese artista consume y paga impuestos en tu zona de influencia. Y vota, no lo olvidemos. Aparte, también estás ayudando a otros factores como la integración social de gitanos y gachós. Qué mejor mensaje de convivencia social al mundo que esas fotos de Camarón y Paco de Lucía. Quiero decir que es una apuesta contra el racismo por muy extraño que esto parezca aquí esgrimido. Hay que darles a determinados barrios la posibilidad de tener un futuro ligado a la música.

5.- Tirón turístico, connivencia-participación empresarial y hostelera. Los números del Festival de Flamenco de Jerez están ahí, que es buen espejo donde mirarse. En Málaga esto no ha ocurrido todavía. A la ciudad gaditana le compensa la inversión en su festival anual porque provoca miles de pernoctaciones de un tipo de turista muy interesante. El 80% de los espectáculos se llenan de japoneses, americanos y europeos. Todos de alta capacidad adquisitiva, que durante unos días pernoctan y comen en la ciudad que lo organiza. Realizan cursos de baile o guitarra por la mañana y van a espectáculos por la tarde. Hay empresas locales como las bodegas que se implican y participan. Estamos hablando siempre del evento acontecimiento en unas ciudades que suman interés arquitectónico, museístico o natural. El espectador local que debe pasar por taquilla también se hace con estos vínculos. Hay que implicar a la hostelería. No todo debe ser dinero público. Y en la Bienal de Málaga hay muy pocas aportaciones de grandes empresas de la hostelería locales y foráneas que se benefician de nuestro clima y condiciones urbanas, naturales, de servicios públicos etc.

6.- Espectáculos interesantes, ex profeso y con recorrido. Vale de muy poco que una Bienal de Flamenco de Málaga no proyecte a sus artistas locales con propuestas interesantes y que no se cree un circuito de teatros en los pueblos de la provincia y el resto de Andalucía para que no queden en espectáculos de debut y despedida. Eso es tirar el dinero. No vale que traigan mayoritariamente nombres, artistas conocidos, con propuestas más que placeadas y que no generen interés en el espectador ni vayan a tener un rendimiento añadido en el hecho de que sea un producto de la Bienal malagueña que vaya a verse en luego diez teatros malagueños y andaluces con el marchamo de esa Bienal. Eso también es rentabilizar en promoción de tu evento y dar trabajo a tus artistas todo el año. Para ello se necesita más presupuesto y más ideas, más originalidad. El espectáculo que en 2007 Mayte Martín realizó para la Bienal de Flamenco de Málaga, por ejemplo, dio lugar luego al disco ‘Al cantar a Manuel’ sobre la poesía de Manuel Alcántara. ¿Ha habido un dinero mejor invertido en cultura en los últimos años que ese disco? ¿No es un himno de Málaga ese ‘Por la mar chica del Puerto’? Para eso deberían servir también las bienales; dar longitud de onda.

7.- Abrirse a la vanguardia, lo ajeno, a lo heterodoxo. El flamenco no es un elemento de museo, por mucho que la Junta vaya a construir uno en Jerez. El flamenco está muy vivo, quizá mejor que nunca en lo profesional. ¿Por qué no se deja, en cierto equilibrio y sin desvirtuar, ciertos experimentos que mezclen lo flamenco con otras músicas o experiencias artísticas? En Málaga se ha llegado a dar una imagen de excesivo hieratismo y aburrimiento en las propuestas. Por esa supuesta apuesta por lo ortodoxo. Rocío Molina, parece excluida desde que en 2011 entrara una dirección más purista. La cuestión sigue siendo que la juventud observa el hecho como algo ajeno. Hay que atraer a la vez que conservar y preservar, que también es lícito y necesario.
8.- Málaga necesita reconstruir su historia flamenca y reivindicarla. La investigación. La gente no entiende como aquel Manuel Machado, no hijo de cualquier vecino sino de Demófilo, uno de los grandes flamencólogos de la historia del flamenco bautizó a Málaga como cantaora. A las nuevas generaciones les suena aquello de que Málaga tuvo muchos cafés cantantes pero desconoce hechos transcendentales como las biografías de La Cuenca, que Silverio anduviera por aquí desde muy pronto, que las malagueñas flamencas fueran un género decisivo a principios del siglo pasado y una serie de cuestiones que elevan a Málaga y a la parte oriental de Andalucía en fundamental en la génesis andaluza del género. El flamenco no es sólo cosa de sevillanos y gaditanos. Hay que apostar por la edición de libros y discos antiguos así como porque la Universidad favorezca con la Bienal misma que se premien proyectos de investigación anuales entorno a esta materia. Falta mucho por saber y descubrir. Y el saber nos hará mejores vendedores de lo propio, revalorizadores de lo nuestro, que fue capital. No costaría tanto.

9.- Una mejor difusión. Un evento acontecimiento sustentado por lo público necesita que deje una huella profunda y periódica en los medios de comunicación. A los que subvenciona bien el resto del año. También necesita mejor presupuesto esta parcela. Necesita también que se creen convenios de crítica de espectáculos y reportajes sobre el género. A veces parece que hay espectáculos en la Bienal de Málaga que no han sucedido. Aunque hay que reconocer que el trabajo en redes ha mejorado y desde 2005 a esta parte se ha creado cierta mirada de los medios al evento. No ayuda lo esporádico. El principal diario local debe tener más implicación y luego buscar más acuerdos con medios regionales (¿Por qué Canal Sur TV obvia tanto el flamenco?) y nacionales para su proyección. Igual que lo hace con Sabor a Málaga o La Térmica, el flamenco necesita de más periodistas y más presupuesto para esa promoción en los medios. El flamenco también necesita de profesionales que reclamen más espacio para una música que de trabajarla bien es de las más rentables y que como decía arriba redunda doblemente en el territorio, nos define y proyecta.
10.- Búsqueda de la independencia política. La actual Bienal de Flamenco de Málaga está dirigida por un cargo de confianza del actual presidente de la Diputación. No es de rigor en el mundo de la cultura que estas programaciones estén tan determinadas por la cercanía al poder político de turno. La Bienal de Flamenco de Málaga como la de Sevilla, deberían ser fundaciones o patronatos con cierta independencia de los vaivenes políticos. Tratar de profesionalizarla en la medida de lo posible. Como lo están siendo los museos en Málaga, con alguna independencia más. Con más participación, representación, del sector privado y en la búsqueda de cierta rentabilidad económica además de la cultural y social. El hecho de estar muy pegado al funcionariado favorece el contar con muchos recursos humanos disponibles pero también el sufrir la escasa maniobrabilidad que tienen las instituciones en horarios y patrocinios, por ejemplo. Tan interesantes.
Francis Marmol

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