domingo, 10 de septiembre de 2017

‘La noche del cazador’, el centenario de Robert Mitchum y Spike Lee ... por Francis Marmol

El jueves el ciclo ‘La edad de oro’ del Festival de Cine de Málaga proyectó un clásico entre los clásicos: ‘La noche del cazador’. La cual, todo hay que decirlo, quien escribe no había visto antes (imperdonable). La cinta merece la definición de peliculón y el blanco y negro no desluce la colosal interpretación de Robert Mitchum, a la que acertadamente esta cita rendía un merecido homenaje por su centenario. Verla al aire libre en el Puerto de Málaga, con no más de veintipocos grados y luna llena son ingredientes que también ayudaron a la ambientación.

La cosa es que la cinta me recordó en esa tierna defensa de la pureza de la infancia a ‘Matar un ruiseñor’ si bien la moralina es bien distinta y no habla tanto de lo prejuciosa que puede ser la justicia del hombre sino de la lucha a muerte que se libra en cada uno de nosotros entre el bien y el mal, de la codicia del ser humano y de la luminosidad de otros por combatirlo.


En esta película Robert Mitchum encarna el papel de un misógino reverendo que va casándose con mujeres para dejarlas viudas y cazar sus fortunas. En este caso buscará el matrimonio con la recién enviudada mujer de un hombre que ha robado un banco pero al que ni en el cadalso logran sacar el escondite del dinero afanado. Mitchum amendrentará a sus entrañables hijos que guardan celosamente el secreto con sus vidas en juego.

La película me recordó no sólo aquella lejana referencia de la película protagonizada por Gregory Peck sino la más explícita de Radio Raheem (Bill Nunn) personaje de Spike Lee en su obra maestra, Haz lo que debas. La escena en la que el pastor Harry Powell (Robert Mitchum) explica en sus nudillos tatuados la lucha a muerte entre el bien y el mal es calcada de esta otra más reciente de la peli del de Brooklyn. Ambas podrían catalogarse como dos microcuentos morales dentro de una narración expansiva de esa microhistoria.

El juego de la historia dentro de la historia es magistral. Mitchum lleva tatuado Love en los cuatro nudillos de su mano derecha y Hate en los de la izquierda. En cambio Nunn lleva estas palabras en los extravagantes anillos dorados que luce en cada mano, como buen afro de barrio. La manera de contar la misma batalla en la que el amor vence al odio es sencillamente antológica. Eso se llama rendir tributo a un director como Charles Laughton, que en esta película genera un terror psicológico insólito para esa época (1955).

Spike Lee preguntado en algunas ocasiones sobre ese tributo siempre lo admitió abiertamente y destacó el enorme trabajo interpretativo de Mitchum y el papel de la música. El miedo que produce ese pastor a caballo en persecución del bien encarnado por dos niños indefensos es otra de las cosas que destacó en alguna entrevista del filme y la escena de la barca a la deriva por el río abajo con estas dos criaturas a la huida entre la naturaleza animal de la ribera, como una metáfora de la propia vida.

Escena del bien y el mal en ‘La noche del cazador’ de Charles Laughton

http://www.castillodelingles.es/2017/09/09/la-noche-del-cazador-el-centenario-de-robert-mitchum-y-spike-lee/

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