viernes, 12 de agosto de 2016

Amigos... por Marcos Díez

Una de las decisiones más importantes que una persona puede tomar a lo largo de su vida es elegir a los amigos. Porque los amigos no vienen dados como los padres o los hermanos o los hijos (se decide tener un hijo pero no se puede elegir, ni aun con la educación de por medio, qué tipo de hijo vamos a tener). Los amigos, en cambio, se eligen y esa voluntariedad de la relación otorga una dosis extra de verdad al vínculo con respecto a las relaciones en las que media un parentesco (y en las que puede haber verdad pero no libertad de elección sino obligatoriedad).


Si aceptamos que en la vida una de las cosas más valiosas es el tiempo (por ser limitado y efímero) tendremos que aceptar también que cuando pasamos tiempo con un amigo le estamos regalando lo más valioso que tenemos y que él, recíprocamente, hace lo mismo con nosotros. Y si el tiempo es tan valioso es una responsabilidad, casi un deber diría, conceder importancia a la elección de con quién lo pasamos (algo que, claro, podríamos hacer extensivo a la pareja, cómo no). Decidir con quién pasamos nuestra vida, a qué personas nos arrimamos, con quién conversamos, a quién abrazamos, de quién aprendemos, a quién admiramos (y por qué), con quién nos reímos o lloramos es una decisión de mucho más calado, pienso, que el trabajo que lleguemos a desempeñar o el lugar en el que lleguemos a vivir. Con los amigos la vida se enciende y se ensancha, los amigos son una red y un trampolín, el aire y el suelo.
Marcos Díez

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