La asignatura pendiente en el mundo del libro siempre fue la distribución. Aún hoy, cuando solicitas en una librería de referencia un título que no aparece en la tienda, tardan una semana o más en conseguírtelo. Eso sí, han logrado avisarte a través del wasap, cuando con esos ritmos sería más lógico emplear el correo postal. Nadie, nunca, ha logrado explicarme este asunto de forma que lo entendiera. En las farmacias, te consiguen por la tarde el medicamento que has encargado por la mañana. Siempre recomendé a los editores que o bien copiaran ese sistema de distribución o bien vendieran sus libros en las boticas. Pero mis consejos cayeron en saco roto. Ladistribución, la logística, he ahí uno de los grandes temas de nuestra época.
–Le avisaremos cuando lo consigamos.
Eso te pasa por preguntar por Sartre en una librería, sobre todo habiendo farmacias.
Amazon, que empezó vendiendo libros por internet a toda velocidad, ha ido ampliando su campo de negocio y ahora pone a disposición del cliente todo lo que su cabeza sea capaz de imaginar a más velocidad de la que antes te servía el Ulises de Joyce. En una hora, para ser exactos, pagando seis euros adicionales, o en dos, si lo prefieres gratis. En Amazon no son libreros ni pescaderos ni vendedores de helados. En Amazon son distribuidores. Distribuidores vocacionales, se entiende. Acabarán, si se lo proponen, sirviendo sueños a domicilio con drones manejados a distancia. El asunto de la logística es más literario de lo que parece. Y les dejo, que tengo que acercarme a la farmacia a recoger unos ansiolíticos de última generación que encargué hace un par de horas.
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