El estado de alarma ya ha finalizado, pero el virus sigue aquí. Aunque se acabaron muchas de las medidas restrictivas que nos han marcado los días durante más de tres meses, el causante de que nos tuviéramos que encerrar continúa siendo un peligro por más que haya gente que piense que todo ha pasado. ¡Craso error! La pandemia está más viva que nunca como se aprecia a medida que se cuentan los muertos en todo el mundo. Es cierto que en España se ha conseguido acorralar al coronavirus y que la situación es mucho mejor que la que tienen ahora otros países (sobre todo del continente americano, donde el SARS-CoV-2 está en una etapa de apogeo), pero eso no justifica que demos de lado a la prudencia y nos olvidemos de que los contagios aumentarán en cuanto se lo pongamos fácil al virus. Mientras que llega la tan ansiada vacuna o se da con un tratamiento eficaz para vencer al Covid-19, la mejor forma de hacer frente a la infección está en nuestras manos. Solo se trata de lavarlas (las manos) con frecuencia, de llevar puesta la mascarilla y de mantener la distancia física, evitando las aglomeraciones. Ya se sabe que quien evita la ocasión evita el peligro. Y aquí el peligro es confiarnos y creernos que el coronavirus ya se marchó por donde vino.
Las confianzas matan. Así pues, si no queremos lamentarnos cuando ya sea demasiado tarde, levantemos temprano una muralla defensiva que nos proteja tanto nosotros como a los demás de los contagios. Si somos responsables y nos comportamos con cautela, habremos dado un paso importante para evitar rebrotes indeseados de una enfermedad que no hace distinciones y que le puede costar caro a cualquiera. Sería lastimoso que por la desidia y la imprudencia de unos cuantos, la mayoría pagase el pato y, en el peor de los casos, se volviera al confinamiento. Ya estamos en la llamada 'nueva normalidad', pero tengamos en consideración que lo normal no es vivir como si todo fuese como antes de la aparición del SARS-CoV-2, porque no lo es. Y el que diga que lo es se equivoca de lleno. Si la mejor defensa es un buen ataque, defendámonos del virus con cabeza, atacándolo donde más daño le hace, es decir, impidiéndole que se transmita. Para ello, la mascarilla juega un papel primordial. Y la mascarilla hay que llevarla tapando la boca y la nariz. Aunque sea de perogrullo decirlo, la mascarilla no está para proteger el codo.
Angel Escalera.
Mas artículos de OPINION en Aumor
AQUI
No hay comentarios:
Publicar un comentario