Aquella fuerza que venía de la calle, regeneradora, que fue bautizada en la Puerta del Sol con el nombre del 15-M y que entró en las instituciones con toda la fibra primaveral de la inocencia para cambiar el sistema se ha hecho carne y pulpa del sistema. Aquel era el tiempo de los indignados, del tramo más sombrío de esta crisis que ha dejado por el camino tantos cadáveres ambulantes, tanta clase media laminada y tanta gente humilde en los umbrales de la indigencia. Era el tiempo de un sueño que, como todos los sueños, al materializarse se ha llenado de aristas y ángulos que la imaginación no había alcanzado a ver. Y ahí están Errejón e Iglesias, apostando por modelos contrapuestos por más que los quieran vender como complementarios. A Rosa Luxemburgo también le quebraron los huesos sus amigos. La transversalidad de Errejón casa mal con el tufo soviético por mucho que en Podemos se huya de las etiquetas y los nombres rancios del XX, socialdemocracia, stalinismo, marxismo, esa antigualla.
A Juan Pedro Yllanes, juez, diputado y errejonista, le han leído la cartilla. Lo ha hecho Monedero en persona. Yllanes ha tenido ese honor. Juan Carlos Monedero, chico malo vocacional y cantante de coplas de la Guerra Civil, amenazó al errejonista: «Ojito con lo que dices». En esto se va convirtiendo aquel aire del pueblo. En que los que defendían la libertad desnuda aconsejen la mordaza preventiva. Los que se autoproclaman defensores de la gente están dispuestos a usar cualquier método para ejercer la defensa del pueblo, con todo el pavor que levantan esos maximalismos. El sistema, ese zarandeado ente abstracto que todo lo corrompe, tiene un estómago insaciable. Es capaz de engullirlo todo, de digerir cualquier bola de acero que le pongan en el plato. Pablo Iglesias ha saldado el asunto alabando la elegancia con que los dos implicados han cerrado el asunto. Elegancia. Ojito. Una anécdota.
Sí, la advertencia de Monedero es una anécdota, pero el cisma que vive la izquierda española es algo que está muy por encima de la categoría de las anécdotas. Mientras que Unidos Podemos dirime su futuro, Pedro Sánchez el defenestrado, metido a transportista ideológico, deambula por el mapa intentando soliviantar a los compañeros que vivieron su caída como un ultraje a la decencia. Su «No es No» nos habría llevado a estar hoy de nuevo ante las urnas y, probablemente, mañana estaríamos de nuevo con la aritmética imposible de un Parlamento cojo. Es el argumento que en estos días esgrime Antonio Hernando, ahora con las gafas y el paso cambiados. Y, es cierto, sólo un improbable salto mortal nos habría librado del nuevo vía crucis electoral. El saldo es un partido dividido en dos, un PSOE útil y un PSOE peregrino. Un Sánchez metido a apóstol que según confesó descubrió tarde a Podemos y que hoy día es más Pablista que el propio Errejón, más cerca del cogollo de Ferraz que el propio Sánchez. Vidas cruzadas. El fermento de la pureza.
Antonio Soler
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