Va el Gordo de la Lotería de Navidad y termina en trece (66513). En la época de la posverdad resulta perfectamente coherente, y casi previsible, que la suerte máxima venga de la mano del gafe máximo; máxime en un país en el que nadie es supersticioso, aunque todo el mundo tenga un discurso elaborado contra el trece, le den mal rollo los gatos negros que se cruzan y evite pasar debajo de una escalera. Nada supersticiosos. Tiene su aquel que el Gordo, con su porrón de millones, haya caído en Ferraz, sede central madrileña de los socialistas españoles, que se fueron a comprar las participaciones a la calle Esperanza (no necesariamente Aguirre), y que se han llevado un chorro de euros. Un caso empírico que demuestra que dónde hubo tragedia, luego hay suerte. Llueve y escampa. Para compensar. Algo parecido ha ocurrido en San Pedro del Pinatar, Murcia, donde después de unas inundaciones muy recientes, de envergadura tipo comité federal, se han llevado uno de los premios gordos. Otra vez justicia poética.
Qué decir de la victoria en las elecciones endogámicas, retardada en su transmisión de datos -«problemas técnicos», han dicho-, en la que el macho alfa ha ganado por la mínima al mechevique Errejón (41 frente a 39). Un porcentaje búlgaro no hubiera sido procedente. Pedrea. Sigue la lucha abierta. Ahora ponte a hacer análisis racionales sobre la conjunción de número rotundos, como el 78748, con ese empaste sonoro que suena tan bien y ha dejado ricos a tantos navarros. O esa proliferación de doses y cuatros en los principales premios, que seguro que permiten mucho análisis posverdad; en este caso, a balón pasado. Quede claro que hagas lo que hagas, Montoro gana. Primeras navidades sin Aznar como presidente en funciones del partido que refundó. No se cuántas navidades con Rajoy de presidente, y las que te rondaré, barbudo. Los alemanes sufren ahora lo que antes padecieron los norteamericanos, padecimos los españoles, sufrieron los ingleses, los franceses, los belgas y también los sirios, los indonesios y los que vendrán. Nos quedan los libros: 'Patria', de Fernando Aramburu; 'Manual para mujeres de la limpieza', de Lucía Berlín y, atención, 'Oculto Sendero', novela inédita de Elena Fortún, la de 'Cuchifritín y Paquito', que me emocionó en los tiempos del Cola Cao. El paciente se mantiene estable, dentro de la gravedad, y no hay que descartar que progrese adecuadamente a partir del próximo año. Aunque claro, con Trump de presidente y el riesgo de las elecciones en Alemania -¡que siga Merkel!-, y francesas, cada vez se achican más los espacios para los que somos vocacionalmente optimistas.
Pero si el Gordo ha acabado en 13, ¿quién dijo miedo? No queda espacio para los cenizos.
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