Decía Albert Einstein que Dios no juega a los dados y quizá lo dijo porque no conoció a la Junta de Andalucía. Porque hay que admitir que la jugada tiene su miga, con un toque de justicia poética sólo al alcance de algunas divinidades. Porque la Junta de Andalucía, su Consejería de Cultura, amagó este verano con desmontar el programa Iniciarte de apoyo a los jóvenes creadores de la región, a las pocas horas reculó y a finales de año decidió mover su sede malagueña desde el Palmeral de las Sorpresas del puerto hasta la sede de la Sociedad Económica de Amigos del País.
La mudanza cuajaba esta semana en una exposición titulada, justo, ‘Home’ (casa, en inglés) a cargo de Efrén Calderón, un joven talento local con un pie (o una mano) en el grafiti y la obra en el arte ‘de interiores’. ‘Home’ va sobre las zonas de sombra del progreso, sobre vagabundos durmiendo a la intemperie (ya no podrán hacerlo en la millonaria cochambre del antiguo cine Astoria), sobre naves poligoneras, edificios abandonados y el arte con la oreja atenta a las sirenas de la policía. ‘Home’ habla de las personas y las inquietudes desahuciadas por el sistema dominante y sirve justo para inaugurar la nueva etapa de un programa que a punto han estado de borrar del mapa. Una metáfora. Otra. Iniciarte ofrecerá este año tres exposiciones en la Económica. La sede de esta institución es propiedad de la Junta de Andalucía, que la mantiene cedida «a perpetuidad» a la institución cultural; sin embargo, en las negociaciones hay quien plantea que la Junta tenga el mismo trato que otras entidades que alquilan el espacio; a saber, que afloje los gastos de mantenimiento durante el tiempo de las exposiciones. Así que podemos ver a la Junta pagando la luz y el agua de una sede que tiene en propiedad, pero cedida, como si el casero le abonara las facturas a su inquilino. Como jugada no está mal.
Otra jugada, o jugarreta, la de los datos. En el concurrido tablero de los museos de la ciudad está en jaque la gestión municipal de estos espacios, al menos a la luz de su afluencia registrada durante el último año. Los principales museos con participación municipal pierden visitantes. Todos. Con dos casos sangrantes por diferentes motivos. Primero, el Museo del Patrimonio Municipal. Ni siquiera la entrada gratuita lo salva de perder más de la mitad de sus visitantes. Sin otorgar a la estadística el papel de juez supremo, ese dato debería mover a la reflexión sobre el rumbo tomado por las salas de La Coracha. En el Ayuntamiento barruntan movimientos desde hace meses y queda por ver si terminan de cuajar o no. Otro caso. Otra casa, la que vio nacer a Picasso, se deja más de un tercio de la asistencia a sus propuestas. Está en la misma línea que el Pompidou y el Museo Ruso, con la notoria salvedad de que la Casa Natal cuenta con el 13,4% del presupuesto de la agencia municipal que gestiona estos tres espacios.
Ahora, a la luz –o las sombras– que proyectan los datos de visitantes del año pasado llega una primera conclusión: la campaña de promoción de los nuevos museos municipales, la presencia de la ciudad en publicaciones internacionales y suplementos de tendencias varias parece haber beneficiado, sobre todo, al museo de la Junta de Andalucía (el Picasso), el único que gana afluencia a sus salas de manera notable durante los dos últimos años.
Aquí la ‘primera división’ la juegan hasta ocho museos, pero los informes sobre el turismo en Málaga (eso que tanto les gusta vincular a la oferta cultural) indican que los visitantes se quedan una media de dos días. Si a los susodichos les gusta el arte, puede que vayan a un museo. Si son muy aficionados, quizá acudan a dos. Si son unos frikazos, conocerán tres, quizá cuatro. En el mejor de los casos, la mitad de la oferta colocada en la primera línea del escaparate. Después, volverán a casa.
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