Todo esto es una descarada maniobra de distracción de los políticos
Estoy leyendo las noticias y hoy todo me está empezando a dar igual. La situación a la que hemos llegado en este país produce hartazgo. Nos estamos dejando machacar por la rabia y la impotencia con asuntos que en realidad no nos afectan tanto. Son inventos de los agentes del odio. Las noticias que abren los informativos no son siempre las que nos preocupan. Ahora por ejemplo uno escribe preocupado por un amigo que ha estado preparándose toda su vida y que por más que lo intenta no puede salir del paro. O por otro que lo ha hecho, qué bien, ha encontrado trabajo pero no ha salido de pobre, porque sufre un aplastamiento de contratos temporales con sueldos mínimos que le hacen sentir igual de miserable que cuando no trabajaba. Estamos preocupados por la enfermedad, o porque me acabo de enterar de la muerte de una buena persona a la que apreciaba. Por cosas que a veces no son fáciles de arreglar y por asuntos de los que ellos, desde luego, no tienen solución ni respuesta.
La realidad puede convertirse en instrumento para la evasión. Qué gran éxito de la clase política supone ocuparse de cosas que no preocupaban a nadie hasta que la gestión de ese nudo termina transformándose en un disgusto generalizado. Qué honor, crear un problema para justificar su posición y alimentarlo en la búsqueda vaga de una solución que cada vez se hace más difícil porque ellos mismos lo han complicado todo. Como en la última película de Aronofsky, podríamos vivir en un lugar más apacible pero lo están, o lo estamos, destrozando.
Txema Martín
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