Significativo que el partido todavía en el poder base la recta final de esta (re)campaña en la versión siglo XXI de aquel vehemente ¡que viene la derechaaaaa! del Alfonso Guerra de los 90. El discurso del miedo, convenientemente tuneado con un halo casi purificador que han venido a llamar la moderación (ante el extremismo), tiene un doble efecto que puede no surtir el resultado esperado: el votante tradicional del PP, con un perfil de edad no precisamente bajo según el CIS, quizás acepte la idea de no asumir riesgos en un momento particularmente delicado para el futuro económico y social de España, pero al votante más joven, incluso al neófito, precisamente al que el CIS sitúa más cerca de Unidos Podemos y que con mayor determinación parece decidido a provocar un giro político en el país, ese discurso del miedo y los extremismos puede acabar reforzando el concepto, muy extendido en ciertos sectores y tramos de edad, de dejar hacer a otros a ver qué tal.
La moderación, no se puede negar, suena a beber y a comer, incluso a fumar. A placeres vitales, en definitiva. Pero aplicado a la política actual, a muchos les huele a catenaccio y les sabe a rancio. Y el esmero, ciertamente encomiable, de toda la artillería pepera en explicar que es el momento de pasos firmes y cautos y no de poner en solfa toda la estructura socioeconómica del país no hace sino reforzar la idea de Podemos como alternativa y envalentonar el ingenio de quienes quieren a Rajoy lejos del poder.
Está por ver que Podemos logre el cacareado sorpasso en lo que sería, tanto en su caso con para el preconizado descalabro del PSOE, un ejemplo estupendo de profecía autocumplida. Pero lo que sin duda ha logrado es darle la vuelta al discurso político a través de internet y este lunes volvió a dar un golpe de efecto con un vídeo puro guiño a la cultura y a su industria, uno de los sectores históricamente más alejados del partido conservador y que peor tratado se ha sentido con el plan económico de Rajoy. Detrás de #YoNoMeLoPerdería, Podemos articula un enunciado sentimental y ñoño, pero impecable audiovisualmente (Felipe Vara de Rey) y bien llevado por la actriz María Botto. Lo han vuelto a hacer. De gobernar vaya a saber, pero en esto son unos máquinas. Y a partir de ahí, de la enésima metáfora de entregar el protagonismo a la gente (aunque luego suben al escenario ellos, claro), ponen en marchha toda su estructura para convertir el hashtag en tendencia gran parte del día y lograr un impacto aún más claro que la consigna del PP, pues #LaEspañaModerada también se vio salpicada de una corriente amplísima de mensajes a la contra. ¿O era #AFavor?
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