Lo que nos espera se parecerá mucho a lo que nos ha ocurrido, pero hay que intentar esa forma de rectificar al pasado que solo es posible mediante el perdón. Dependemos del azar, que según el gran Pedro Salinas, que se enamoraba mucho, es una de las cosas más seguras. Otros, más descreídos, le llamamos suerte. Una deidad voluble que sin duda tiene sus leyes, aunque por ahora las ignoremos. ¿Qué hubiera pasado si el Atlético de Madrid no falla el penalti? Ahora el más grande seria él y no el gran Real Madrid. Los chinos, no todos, porque siempre ha habido muchos, decían que vale más una cucharada de suerte que un barril de sabiduría.
¿Qué se le va a hacer? Lo que sucedió es irreparable, pero quizá sea
excesivo decir que en el futuro no ocurrirá nada diferente tras el 26-J,
como augura el presidente del Gobierno en funciones, que a juicio de
muchos de sus compatriotas lleva mucho tiempo funcionando. Ahora ha
repetido su oferta: formar una gran coalición. No entre dos, ni entre
tres, sino entre cuatro o los que hagan falta, excluidos los que sobran.
Para sostener la mesa nacional, que está en tenguerengue, vocablo que
suena a tejeringo pero que el diccionario define como equilibrio
inestable, no solo hacen falta cuatro patas, sino que nadie quieta meter
la quinta pata.
En junio van a pasar cosas porque el tiempo, que mi amigo Tono decía que no es ningún niño, ni se para ni tropieza. Ahora se trata de lograr una alianza con las fuerzas constitucionalistas para conseguir una mayoría lo bastante grande. Al parecer, según las encuestas, los próximos comicios desembocarán en un cuatripartidismo si ningún balón pega en el poste. Lo que sí nos espera en la temporada alta son muchos discursos que reiterarán las mismas ofertas. Habrá más oradores que público, pero a todos les entrará por un oído y les saldrá por otro, excepto a los que se les quede dentro el mensaje del odio. El rencor siempre está en temporada alta.
En junio van a pasar cosas porque el tiempo, que mi amigo Tono decía que no es ningún niño, ni se para ni tropieza. Ahora se trata de lograr una alianza con las fuerzas constitucionalistas para conseguir una mayoría lo bastante grande. Al parecer, según las encuestas, los próximos comicios desembocarán en un cuatripartidismo si ningún balón pega en el poste. Lo que sí nos espera en la temporada alta son muchos discursos que reiterarán las mismas ofertas. Habrá más oradores que público, pero a todos les entrará por un oído y les saldrá por otro, excepto a los que se les quede dentro el mensaje del odio. El rencor siempre está en temporada alta.
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