miércoles, 31 de enero de 2018

Corrupción, partidismo y Cataluña ... por Carlos Colón

Hay muchos españoles en lista de espera para ser operados, padeciendo la saturación de las Urgencias, aguardando con inquietud un diagnóstico que tarda demasiado, intentando salir adelante en la cama de un hospital en el que los sanitarios se enfrentan diariamente a la sobrecarga de trabajo que las limitaciones presupuestarias les imponen. Hay muchos españoles en paro o con un empleo precario, amargados porque sus hijos no encuentran trabajo o sólo lo hallan en condiciones de explotación y precariedad, angustiados porque perdieron su trabajo con más de 45 años y se hundieron en ese absurdo pantano en el que la experiencia, en vez de ser un valor, es un lastre que los hunde más. Hay muchos españoles que han de afrontar no sólo las limitaciones, pérdidas y soledades que los muchos años conllevan, sino la supervivencia con una pensión miserable tras una larga vida de trabajo. Hay muchos españoles que deben cuidar a familiares dependientes sin poder afrontar con las insuficientes ayudas públicas los gastos que esto conlleva, supliendo esta carencia con una dedicación física y emocionalmente extenuante. Hay muchos españoles que nacen en entornos tan precarios o marginales que están condenados a la desigualdad y el fracaso con muy pocas posibilidades de superarlos, como si la nuestra fuera aún la sociedad estamental del Antiguo Régimen.


Por eso es una vergüenza que los cuatro problemas que más preocupe a los españoles sean el paro, la corrupción, los partidos políticos y Cataluña. El primero tiene que ver con causas difícilmente controlables en el entorno global, y por ello no totalmente imputables a los poderes públicos. Lo vergonzoso es que los otros tres los causan quienes deberían hacer lo posible por solucionar el primero.

En vez de afrontar los retos económicos y sociales los políticos, los agravan enfangándose en corrupciones, los partidos poniéndose zancadillas de baja politiquería y los separatistas catalanes -que ayer escenificaron otro vergonzoso esperpento- planteando la crisis política más grave de nuestra historia democrática. El balance es desolador: si nuestros políticos fueran honrados, los partidos pusieran los intereses de los ciudadanos por encima de los suyos y los catalanes se dejaran de delirios golpistas desparecerían tres de los cuatro problemas que más preocupan a los españoles y habría más posibilidades de afrontar el primero.

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