- El Ateneo de Málaga rendirá homenaje en su centenario a la poeta, que desde 1971 mantuvo sus vínculos con la ciudad y sus artistas.
Como virtual desconocida, Gloria Fuertes es una autora esencial y, sin embargo, por descubrir. Pero siempre cabe un remedio a semejante laguna: la editorial barcelonesa Blackie Books anunció ayer mismo el lanzamiento el próximo 1 de marzo de El libro de Gloria Fuertes (Antología de poemas y vida), una verdadera inmersión en la obra de la madrileña con más de trescientos poemas (incluidos varios inéditos), fotografías, dibujos, recortes de prensa, anotaciones y hasta un cómic de Carmen Segovia que recrea la vida de la autora durante sus años en Estados Unidos, desde 1961 hasta 1971, en los que ejerció de profesora de Literatura Española Contemporánea en la Universidad Bucknell de Pensilvania. A cuenta del centenario se esperan otras reediciones dirigidas, igualmente, a advertir la calidad de Fuertes como poeta.
Le dolía la imagen que España se había hecho de ella. Hay que darle su lugar en la poesía"
Y éste es precisamente el objetivo que persigue el homenaje que tributará el Ateneo de Málaga a la escritora, tal y como confirmó ayer a este periódico su organizador, el también poeta José Infante, quien armó junto a la propia Gloria Fuertes las tertulias de los lunes de El Pimpi ya en 1971: "Es fundamental darle su lugar en la poesía. Los programas de televisión que hizo para niños le dieron proyección, fama y dinero, pero ocultaron a la poeta. Ella misma mostraba su pesar cuando comprobaba cómo año tras año le negaban la participación en antologías sólo por aquella imagen que España se había hecho de ella. Lo oportuno ahora es enmendarlo: Fuertes es una poeta muy valiosa, en el contexto de la Generación del 50 y también del postismo, que contribuyó a fundar junto a Carlos Edmundo de Ory". Infante recordó que Gloria Fuertes llegó a Málaga por primera vez en 1971, "invitada para participar como docente en los Cursos de Verano, a los que siguió acudiendo durante mucho tiempo. De hecho, regresó prácticamente todos los veranos a Málaga hasta su muerte. En los últimos años se la podía ver en el Hotel Rincón Sol, en Rincón de la Victoria". Por entonces, a comienzos de los 70, Fuertes atravesaba una época amarga: "Acababa de perder a su amante norteamericana, Phyllis Turnbull, y andaba triste y perdida. Yo la conocí en el mismo 1971 en El Pimpi, que acababa de abrir sus puertas. En aquella primera conversación vimos la posibilidad de crear un ciclo de tertulias literarias, y como estábamos en El Pimpi, decidimos organizarlo allí mismo. Un mes después ya estábamos celebrando la primera tertulia", recuerda Infante. Aquella actividad se convirtió en un punto de encuentro para todo el que tuviera algo que decir sobre literatura, arte y pensamiento en Málaga, un escaparate casi espontáneo que abrió una ventana a aires nuevos en una época particularmente difícil. Aquel compromiso con la creación más joven significó un despertar para Gloria Fuertes, quien sin embargo no abandonó nunca su singular pesadumbre, acrecentada en parte por el icono en el que se iba a convertir poco después. Apenas un lustro más tarde estalló el fenómeno Un globo, dos globos, tres globos y Gloria Fuertes se convirtió en la amiga de los más pequeños ("Con aquella pinta como de payaso entrañable", recuerda Infante), un molde en el que la escritora se sentía muy a sus anchas: había empezado a escribir versos para niños mucho antes (publicó sus Canciones para niños ya en 1949; de alguna forma, aquella querencia infantil encajaba con las tesis del postismo, aunque inevitablemente devino en una consecuencia muy distinta) y con ello había ocupado un hueco inestimable en la escritura de su tiempo. Pero esta escritura nunca le sería reconocida. Y los poemas adultos, tremendos y rotundos ("Algo me pasa que en mi pecho existe / Vuelan hormigas y discurren peces / Suena la sangre y el tambor convoca / Hay un incendio cerca de mi pulso", escribió en el poema amoroso Algo sucede), quedarían condenados a un segundo plano, a la sombra de La cometa blanca. Málaga representó para Gloria Fuertes una conexión con la poesía en una esfera pública, más allá de su solitario oficio. Fue una conexión discreta en la que Málaga, sin embargo, ganó mucho más: un caudal de inspiración que todavía perdura.
Antes de morir, en aquellos veranos del mar victoriano, Gloria Fuertes donó cuanto había ganado en televisión a la Ciudad de los Muchachos del padre Jesús Silva. Todo un pasaporte al cielo.
Pablo Bujalance
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