miércoles, 21 de agosto de 2019

Aviones Plateados ...... por Pablo Aranda


Entre gallos decapitados vemos desde la feria repostar a los hidroaviones
La feria no termina nunca pero sigue habiendo gente para todo. En la desembocadura del Guadalhorce han aparecido diez gallos decapitados y un hombre ha sido detenido por maltratar a su madre. Madre no hay más que una, normalmente, pero a este paso no va a quedar ninguna. El hombre que ha encontrado los gallos mientras paseaba a su perra afirma que en el mismo lugar halló hace tiempo un gato crucificado. Yo me plantearía pasear a mi perra por otro paraje. En Estepona un señor quiso quemar un panal de rica miel porque las abejas pican, y ha provocado un incendio devastador, aunque no tan devastador como el de Gran Canaria, que tanto duele. Tratamos mal a la naturaleza y la naturaleza nos trata mal a nosotros, pero ella carece de voluntad. No entendemos que alguien queme un monte, pero hay gente que quema a su madre y crucifica al gato. En Málaga tiran diez gallos y sus diez cabezas al río, pero en La India un joven ha tirado al agua su BMW nuevo. No sé a cuántos gallos equivale un BMW, pero tiene un montón de caballos, todos mojados. Resulta que el joven había pedido a su rico papá un Jaguar, y como el papá le compró el BMW lo tiró al río. Es para matarlo: si tu hijo te pide una cosa ¿por qué le compras otra? No sé si esa noticia debería haberse ocultado pues puede provocar un efecto contagio y que ahora le dé a la gente por tirar al río sus BMW. A lo mejor por eso Alemania está a punto de entrar en recesión, y nosotros con ella.


En el río Guadalmedina cayó una vez un coche, pero lo sacaron seco. En el colegio aprendíamos que un río es una corriente de agua, y de camino a mi casa me asomaba al arroyo Jaboneros y al río Guadalmedina, y sólo veía piedras. Pensé que nuestra situación geográfica era singular, aunque eran dos ríos: por lo tanto plural. En el mismo colegio me enseñaron que Jesús fue crucificado en el Gólgota, pero de gatos no dijeron nada.

En los ríos de gente que cruza la feria está nuestra esencia, si eso existe. La mezcla extraña que formamos y que en el fondo funciona. Aunque a nuestro lado puede batir palmas alguien capaz de crucificar un gato y alguien capaz de formar parte de un retén en un incendio. Una madre que ha dejado a su niño en casa y un padre al que le da igual. Una madre que no llega a fin de mes y un padre que llora por no poder ver más a su hijo.

Tenemos el mar y los hidroaviones bajan para tomar agua en una ceremonia casi religiosa. Los miro desde la playa y el espectáculo es grandioso. Arde Estepona y arde Canarias, la situación mundial es confusa, y desde la feria alzamos la cabeza y rezamos a los «aviones plateados rozando los tejados», de una belleza trágica.


Pablo Aranda

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